No falla. A las 8 de la mañana, la entrada a Xàbia por la llamada rotonda del Paso (es la carretera que viene de Gata), es una continua procesión de furgonetas. Cada día circulan de media por esta carretera 13.600 vehículos. Xàbia vive en los últimos años un nuevo «boom» de la construcción que atrae a trabajadores que llegan a primera hora de la mañana y que vuelven a sus pueblos por la tarde.

El tráfico es uno de los indicios. Otro, los almuerzos. Luis Llácer, el propietario del bar El Paso, que está en la entrada a Xàbia, afirma que en este establecimiento sirven cada día más de un centenar de almuerzos. «Pero este año parece que ha bajado un poco», advierte. Hay, por supuesto, más bares consagrados a ese negocio de los almuerzos de obreros. Todos, entre las 9 y las 10.30 horas, están de bote en bote. «Aquí vienen trabajadores de la Rectoria, de Pego, de Alcoi, de Alzira, de la Safor...», afirma Llácer. Este bar estuvo cerrado diez años (era cuando apretaba la crisis). Luis Llácer lo cogió en mayo de 2014. La construcción volvía a reactivarse en Xàbia.