El brillo de prosperidad que desprende la Marina Alta es pura apariencia. La pobreza es una cruda realidad. Lo sabe Cáritas, que ayudó el pasado año a 2.574 personas. Se ha producido un aumento respecto al año anterior. Los vecinos no escapan de las situaciones de vulnerabilidad. La pobreza se cronifica. Mientras, un 45 % de personas han recibido atención por primera vez.

Esa pobreza que no da respiro castiga especialmente a mujeres y menores. Las personas que demandan apoyo a Cáritas son principalmente mujeres que viven solas, parejas jóvenes con hijos y personas en general que, además de falta de recursos, sufren el otro gran drama social de la Marina Alta, la soledad.

El 73 % de los atendidos fueron mujeres. Mientras, el porcentaje en el caso de los menores también es muy alto; alcanza el 33 %.

La solidaridad familiar hace papel. De ahí que el 62 % de las personas que buscan amparo en Cáritas sean extranjeros.