Vicent Grimalt, del PSPV, inició hace ahora un año su segundo mandato como alcalde de Dénia. Lo hacía con la tranquilidad de haber logrado la mayoría absoluta (los primeros cuatro años gobernó en coalición con Compromís). Pero la tranquilidad saltó pronto por los aires. En septiembre, la DANA sacudió Dénia y dejó daños en el litoral y las infraestructuras públicas (un tornado destrozó el pabellón de deportes) que subían a 460.000 euros. A finales de enero, se desató otro cataclismo, la borrasca Gloria. Los estragos ascendieron a un millón de euros. Y en marzo llegó el coronavirus y el confinamiento. «Ha sido un año muy duro», enfatizó ayer Grimalt.

Hace doce meses al munícipe se le preguntaba sobre todo por dos proyectos, el de la peatonalización de Marqués de Campo y el del tren Gandia-Dénia. La pandemia ha convertido al primero en prioritario y ha relegado al segundo al vagón de cola. «El tren no es ahora lo que más nos preocupa», admitió el alcalde, que, no obstante, planteó que podría realizarse una reunión telemática con el ministerio de Fomento para darle un empujón al anhelado ferrocarril.

En cambio, la peatonalización, en esta era de la distancia social, sí está bien encarrilada. Marqués de Campo se ha cerrado al tráfico para garantizar que los vecinos paseen sin tropezarse unos con otros y para dar espacio (y aire) a los restaurantes, que ahora montan sus terrazas en la calzada. El alcalde subrayó que «la voluntad» de su equipo de gobierno siempre ha sido liberar de coches esta calle.

También ahora se ha ganado espacio para los peatones en la calle La Mar y la Explanada Cervantes. Igualmente se han iniciado las obras de reurbanización del Camí de Sant Joan (conecta el centro urbano con las urbanizaciones del Montgó), y lo esencial es ampliar las aceras.

Grimalt recalcó que Dénia cuenta con 3.000 plazas para estacionar en aparcamientos disuasorios situados en el perímetro del centro urbano. Se llega a pie al cogollo de la ciudad en minutos.