La Guardia Civil ha arrestado en Calp al piloto de rallies Juan José García Rodríguez. Está acusado de distribuir cocaína a gran escala a narcotraficantes de Calp, Altea, Benidorm, Moraira y Madrid. No es la primera vez que tiene problemas con la justicia. En 1998, ya fue detenido por ser el cabecilla de una red internacional de narcotraficantes relacionada con cárteles colombianos. La policía le incautó entonces 23 kilos de cocaína. Juan José García Rodríguez competía en rallies de tierra de toda España a los mandos de un Toyota Celica que compró al equipo de Carlos Sainz.

La Guardia Civil ha detenido en esta operación a siete personas. El piloto ha quedado en libertad provisional acusado de un delito contra la salud pública y de otro de pertenencia a banda criminal.

Los agentes del Área de Investigación de la Guardia Civil de Calp iniciaron las pesquisas el pasado mes de mayo. Les resultó muy sospechoso el trasiego de gente que se daba en un piso del municipio en pleno estado de alarma.

Los investigadores confirmaron que allí se vendía droga. Identificaron al supuesto traficante y a la persona que le suministraba la cocaína tanto a él como a otros once narcos de Alicante y Madrid.

Este distribuidor de cocaína a gran escala sería el citado piloto de rallies. Ahora tomaba férreas medidas de seguridad para evitar acabar detenido como en 1998. Efectuaba incluso contravigilancias a sus proveedores y a los traficantes finales.

Contaba con una red de clientes muy extensa. Los investigadores creen que se ha dedicado a esta actividad delictiva durante los últimos 5 años. Esta vez delegaba la preparación, dispensación y adulteración de la droga, así como el trato con los clientes y el cobro, en una empleada colombiana de 67 años que tiene antecedentes por un delito de blanqueo de capitales. Le habría estado pagando 1.500 euros mensuales más el alojamiento por la labor que realizaba en esta red de narcotráfico.

El cabecilla solo se encargaba de viajar a Madrid para negociar y adquirir grandes cantidades de cocaína. Parte de esa droga se trasladaba a un «piso franco» de Calp.