Inexpugnable. Todavía hoy. Si algún senderista tiene intención de visitar el castillo del siglo XII de Benirrama o de Gallinera se va a dar con la puerta (con la cancela, mejor dicho) en las narices. Esta fortaleza clave en la resistencia de Al-Azraq a la conquista de Jaume I es privada y está cerrada a cal y canto a las visitas. Los excursionistas que no lo saben ascienden por una penosísima y casi desdibujada senda. Cuando llegan a la entrada, comprueban que no hay forma de franquearla. El castillo o lo que queda de él, ya que el tiempo y la naturaleza lo han castigado sin piedad, es de titularidad privada y está blindado. Los curiosos que no intenten colarse. Imposible.
La primera referencia documental que se tiene de esta fortaleza data de 1245 y aparece en el Tratado del Pouet que firmaron en Alcalà de la Jovada Al-Azraq y el infante Alfonso de Aragón. El 1 de junio de 1258 Jaume I lo conquistó. Se alza en un crestón de piedra y desde allí arriba se controla perfectamente la entrada oriental a la Vall de Gallinera. En el acceso occidental está el castillo de Benissili, también en ruinas.
Pero no fueron las guerras las que destruyeron esta fortaleza de Benirrama. La devastaron dos terremotos, uno en 1396 y otro en 1644. Es curioso que el castillo de Benisili no sufriera ningún estrago. Sea como fuere, los vestigios de Benirrama son historia y al menos podrían organizarse visitas puntuales.