Un jubilado de Calp lleva un año sin luz: «Vivir a oscuras es un suplicio»

Eulogio García, un vecino de 80 años, malvive sin electricidad en una casa del casco antiguo. Se alumbra con una linterna y velas eléctricas y come de latas: «No puedo freír ni un huevo»

Eulogio sostiene una de las velas a pilas con las que se alumbra

Eulogio sostiene una de las velas a pilas con las que se alumbra / A. P. F.

alfons padilla. calp

Eulogio García, un vecino de Calp de 80 años, abre la puerta de su casa de la calle La Font, en pleno casco antiguo. «Bienvenido a la cueva», afirma. Y sí, la casa, incluso a pleno día, es un agujero negro. Al fondo se adivina un haz de luz. Entra por el patio. Cuando los ojos se acostumbran a la penumbra, ya se aprecia que Eulogio es un albañil consumado (ya está jubilado, claro). Ha reformado la vivienda en la que entró a vivir hace ahora un año. El contrato de alquiler lo firmó el 8 de agosto de 2022. La casa tiene otro aire. Pero lo que no tiene es luz, luz eléctrica.

Un jubilado de Calp lleva un año sin luz: «Vivir a oscuras es un suplicio»

"Bienvenido a la cueva", afirma Eulogio al abrir la puerta de su casa / A. P. F.

«Llevo un año peleando y no hay forma. Me marean», advierte este vecino. Vive a oscuras. Lleva, de hecho, un año sobreviviendo y malviviendo (son verbos más precisos) sin electricidad. «Me alumbro con velas y prefiero las eléctricas ya que las otras me dan un poco de miedo. ¡Solo falta que se me incendie la casa!», afirma este jubilado que está atrapado en la tenebrosa burocracia. Estos 12 meses de apañárselas sin luz y de realizar mil trámites para lograr que le pongan el enganche y el contador han sido un poco una película de terror. Su historia es kafkiana.

Firmó un contrato de alquiler bastante ventajoso. La dueña se marchó de Calp y quería que alguien de confianza se quedara en la casa. Eulogio pagó los alrededor de mil euros de atrasos de luz y lo que también estaba pendiente de suministro de agua. Le conectaron el agua al día siguiente. Pero la luz es una odisea.

La compañía Iberdrola le dijo que el expediente estaba cerrado. Con todo, le obligó a hacer obra en la fachada y a empotrar una aparatosa caja de metal para los contadores. Le comunicó que el problema es que había que eliminar los trenzados que van por las fachadas de todas las casas de esta calle y soterrarlos. Pero el ayuntamiento había asfaltado hacía nada la calle y no quería abrir zanjas. Eulogio se entrevistó incluso con la alcaldesa, Ana Sala, quien se comprometió a ayudarle, pero también le trasladó que ni hablar de poner patas arriba toda la calle.

Eulogio coge una de las latas de conserva que se han convertido en su "pan de cada día"

Eulogio coge una de las latas de conserva que se han convertido en su "pan de cada día" / A. P. F.

«Se pasan la pelota el uno al otro y yo llevo un año sin luz. Vivir a oscuras es un suplicio», lamenta el vecino, que enfatiza la anomalía que supone que él que ha abonado los atrasos y quiere pagar sus recibos no tenga electricidad y luego las compañías y las administraciones se llenan la boca y pregonan que ayudan a las personas y familias vulnerables.

A Eulogio las trabas burocráticas lo han invisibilizado. Sin luz la vida es a la fuerza sombría. Ahora, en verano, cuando todavía hay muchas horas de sol, eso de estar sin luz se lleva un poco mejor. Pero en invierno es insufrible.

"Compré un generador, pero hace mucho ruido y no quiero molestar a mis vecinos"

Eulogio García es un vecino ejemplar. Por nada del mundo quiere causar molestias. Compró un generador para ir tirando y tener luz. Pero, cuando lo pone en marcha, hace «un ruido terrible». «No quiero molestar a mis vecinos. Si tengo una urgencia, lo arranco, pero lo apagó en seguida. Sé que el ruido es insoportable».

«No puedo ni freír un huevo ni calentarme la leche», señala este vecino. Su dieta se reduce a conservas. «No se lo he dicho al médico, pero comer siempre de lata no debe ser muy bueno», explica, y apunta que está operado de cáncer y no puede ir jugando con la salud. También está obligado a ducharse con agua fría.

«Mis hijas viven en Madrid y vinieron a estar unos días conmigo. Se han tenido que marchar. Me fastidia. Podíamos haber estado juntos».

Tras toda una vida trabajando y luchando, Eulogio lamenta que ahora que está jubilado le toque continuar peleando. Era autónomo y le ha quedado una mísera paga de 700 euros al mes. «Ahora que podía estar tranquilo en mi casa y no tener quebraderos de cabeza, tengo que apañármeles sin luz y hacer mil trámites y, aún así, sigo igual, sin luz y sin que me den soluciones».