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OPINIÓN

La moción de la dignidad

Parecía que nunca iba a llegar este momento, pero si, hoy es un gran día, la moción de censura es una respuesta serena, firme, con sentido de Estado y de carácter constitucional. Esta es una moción de censura para recuperar la dignidad de nuestra democracia.

La sentencia de Gürtel señala que Rajoy no resultó creíble ni para la Fiscalía ni para el tribunal cuando declaró como testigo que no sabía nada de la existencia de una caja B en su partido. ¡Y ahí empezó todo...!!

Esta moción de censura, como dice el nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es consecuencia de hechos gravísimos que, de forma reiterada en el tiempo, han ido sacudiendo a la opinión pública a golpe de imágenes que provocan bochorno, incredulidad e indignación.

Reconocer el auténtico patriotismo cívico de esos hombres y mujeres que se esfuerzan por luchar contra la corrupción. Un pequeño gran ejército de hombres y mujeres honestos, que desempeñan una labor imprescindible para el Estado de Derecho, que no se dejan intimidar por las presiones y que consagran su labor al servicio público desde la judicatura, el ministerio fiscal, la policía y la guardia civil. Esta moción dignifica nuestra democracia. Es la respuesta constitucional, constructiva y facilitadora del consenso y del acuerdo. Sí a la censura de la corrupción que actúa como la auténtica amenaza a la estabilidad política del país. Sí a elevar la calidad de nuestra democracia encadenada a la corrupción del PP. Es una oportunidad para articular consensos básicos, para dar estabilidad a las instituciones; atender urgencias sociales largamente postergadas por un gobierno sin pulso y una vez logrado, convocar elecciones generales.

Asumimos con honor el hecho de ser la única fuerza política que ha gobernado en todas y cada una de las comunidades autónomas de España.

Tenemos claro que hay que acabar con la manipulación informativa que también es una forma de corrupción.

Este país en realidad, cambió el pasado 8 de marzo. Terminó proyectando al mundo entero la imagen de una sociedad que no tolera la existencia de brechas de género; y también la de una sociedad igualmente beligerante contra la violencia de género.

Es obvio la necesidad de impulsar una Ley de Igualdad Salarial y una ley que asegure la igualdad de género en el empleo, en su acceso y permanencia, en la formación y en la promoción interna, removiendo obstáculos que la impidan o dificulten.

El diálogo con todas las formaciones parlamentarias y con todos los gobiernos autonómicos será un hecho.

Afortunadamente se respiran nuevos y gratos tiempos.

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