Aldaia y Alaquàs no solo comparten territorio, también comparten historia. Estas dos antiguas alquerías de origen musulmán («aldea» y «arcos» del árabe, respectivamente) han llegado hasta nuestros días no solo como municipios hermanos. Ambos cuentan, así, con una personalidad propia materializada en un rico y plural patrimonio histórico, industrial y cultural.

El Castell d'Alaquàs. MHS

El paisaje de Aldaia en la actualidad es, sin duda, un reflejo de su historia. El municipio combina su huerta histórica con los restos de su pasado industrial caracterizado por la producción de azulejos. De esta manera, la Huerta de Aldaia se encuentra protegida gracias a la construcción en 1996 del Cinturón Verde, como barrera con el área residencial, de la mano de una ordenanza propia. Mientras, en cuanto a la manufactura aldaiera, todavía se conservan algunas de las doce chimeneas destinadas a la industria de la rajoleria.

Museo del Palmito. MHS

Pero sin duda, el centro neurálgico de Aldaia gira en torno a la Plaza de la Constitución. En el edificio del antiguo Ayuntamiento se instala en la actualidad el Centro Joven, Aldaia Radio y el Espacio Expositivo de Arte, sala que narra parte de la historia del municipio como, por ejemplo, su papel como productor de cànem a través de una colección de antiguos ropajes, tejidos e instrumentos de trabajo.

Castell d'Alaquàs

Castell d'Alaquàs MHS

Apenas unos metros, se ubican dos edificios emblemáticos de la localidad. La Casa del Bollo, una mansión de finales del siglo XVIII, adquirió relevancia histórica durante la dictadura franquista al ser propiedad de José María Sanchis Sancho, el testaferro del Franco. Si bien su rehabilitación mantuvo la arquitectura original, ha dejado atrás su pasado autoritario para convertirse en un centro de convivencia y libertad abierto al público.

Mural callejero en Aldaia MHS

Asimismo, en el centro de Aldaia se encuentra la Casa de la Llotgeta, un palacete renacentista de finales del siglo XVI y principios del XVII que alberga en su interior el Museo del Palmito, inaugurado en 2015, en homenaje a la tradición que caracteriza al municipio desde el siglo XIX para convertirse en el principal productor de abanicos, no solo de la Comunitat Valenciana, sino de todo el panorama nacional. La muestra incluye hasta 10 espacios con toda una extensa colección de auténticos abanicos artesanales a lo largo del tiempo.

Muestra antigua en Aldaia. MHS

Por su parte, el patrimonio histórico de Alaquàs no se mantiene en un segundo plano. Sobre los cimientos de la casa señorial de los Vilaragut, la primera familia noble que compró el señorío, Jaime García Aguilar mandó construir en el siglo XVI el edificio que sus habitantes pueden visitar hoy en día: el Castillo de Alaquàs, protegido como monumento nacional en 1918 y expropiado en 2003. Su interior mantiene su esencia al mismo que tiempo que acoge múltiples actos y exposiciones públicas. Asimismo, en sus alrededores se ubican las calles más antiguas de la población, el Barrio de la Morería.

Sin embargo, todavía existe patrimonio histórico de estos dos municipios por descubrir que se mantiene de propiedad privada. Este es el caso de el Edificio de la Purísima en Alaquàs. Situado en el camino hacia Torrent, este edificio de época modernista fue durante la Guerra Civil la cárcel de mujeres del bando franquista.