Los que se quejan —yo uno de ellos— de que Mariano Rajoy no hace otra cosa que tumbarse a la bartola y esperar que el higo maduro de la crisis se funda en su boca, deberíamos recordar que, caso de existir, el programa de Zapatero, en vísperas de su primera victoria electoral, andaba igual de embozado, aunque no tanto que no conociéramos sus dos principales propuestas: no seré maleducado y cederé el paso a las señoras. Tal vez dirigentes y dirigidos purguemos el pecado de la insustancialidad, de otro modo se comprende mal que, emplazado el Síndic de greuges, Pepe Cholbi, a que diera amparo a las víctimas de una censura, defendiera a los censores con la excusa del equilibrio. No hay expresiones equilibradas: una opinión excluye a la contraria del mismo modo que al escoger la morcilla, renuncias graciosamente a la ensalada verde. El equilibrio, para el yoga.

No me extraña, pues, el nivel, freático, muy por debajo del tobillo, que ha alcanzado nuestra guerra de los signos, empezando por la prohibición del burka y por la defensa de la cruz, a menudo a cargo de los mismos, últimamente vivimos emparedados entre las viñetas de «El guerrero del antifaz». Detesto el burka, a no ser que se use para inventar nuevas guarradas bajo el faldón, pero prohibir algo que no daña a terceros, no suele gustarme y si se impone a la mujer, ya hay leyes que la defienden. Nuestra derecha es muy de Aznar (que suele empezar el día con la apología de Israel) y putear a la morisma, le parece sabroso pasatiempo. No me extraña que el portavoz episcopal, Martínez Camino, abuse de nuestra falta de substancia y diga que no permitir los crucifijos en los colegios públicos es un «suicidio cultural». Eminencia: todos los signos religiosos —jeroglífico egipcio, torre jemer o pantocrátor románico— siguen siendo signos culturales mucho tiempo después de haber perdido su energía trascendente o no tenerla en absoluto para unos determinados observadores ¿Y qué? No debe haber crucifijos en las aulas por la misma razón que no hay signos taoístas o islámicos, no enrede.