El Consell pretende impulsar, a ocho años vista, la sustitución de los actuales libros de texto en papel por libros electrónicos. En estos momentos existe ya un programa piloto que implica a 24 institutos de toda la Comunitat Valenciana y en el que participan 3.714 alumnos y 276 profesores. El departamento que ahora dirige José Císcar estima que este cambio permitirá un ahorro medio de 100 euros por familia. El plan sigue el camino emprendido por otras comunidades autónomas, como Cataluña y Andalucía, o países como Corea del Norte, uno de los que consigue mejores resultados en el informe internacional Pisa sobre calidad educativa en el ámbito de la OCDE.

La iniciativa tiene, sin embargo, muchas incógnitas por despejar. Por ejemplo, el soporte físico con el que contarán los alumnos y profesores para trabajar con esos textos electrónicos. Al igual que ahora se les dota de los libros en papel, deberán disponer de dispositivos informáticos que suponen de entrada un coste más elevado. Hace unos pocos meses, el ya exconseller Alejandro Font de Mora rechazó participar en un programa estatal para dotar a los estudiantes con miniordenadores portátiles por cuestiones presupuestarias y alegando también un presunto perjuicio para la vista. Y tampoco debe obviarse la advertencia formulada ya ayer por los editores sobre las pérdidas que puede suponer para este sector y para el de los libreros.

Estamos así ante un proyecto que quiere acompasarse a los tiempos pero que debe pulir detalles que pueden decidir su éxito o fracaso.