La interminable sucesión de escándalos, corruptelas, despilfarros y excesos conocida durante el último lustro no ha agotado la capacidad de asombro de los valencianos. Desde que los vecinos de Benetússer reconocieron el sábado en la portada de Levante-EMV a su exrecaudador municipal, Vicent Esteve, fotografiado con su actual pareja a las puertas del restaurante de comida española que han montado en Colombia, se multiplican los comentarios, a cuál de ellos más volcánico.

El cobrador de impuestos se encuentra en busca y captura en virtud de las diligencias abiertas contra él por distraer supuestamente al menos medio millón de euros de las arcas públicas. Observar la placidez y la aparente indiferencia con la que se ha tomado las acusaciones da buena cuenta de la sensación de impunidad que campaba en las Administraciones Públicas hasta que cada euro se ha convertido en un tesoro protegido e inalcanzable. Pero comprobar la exasperante lentitud y relajación que se han tomado el juzgado y las fuerzas de seguridad a la hora de seguir el rastro, localizar y apresar al fugitivo „cuando su estancia en el municipio colombiano de Armenia era un secreto a voces„ para que responda de los cargos que pesan contra él pone los pelos de punta. Que Esteve se prestara a anunciar a cara descubierta su restaurante en un programa de televisión dice mucho de él, aunque también de los que tanto le consintieron y ahora le permiten.