A naranjazo limpio: los gamberros «apedrean» otra vez coches en Xàbia

Los vecinos que ya han sufrido daños en sus vehículos insisten en que quienes utilizan este vial junto al río Gorgos pueden resultar un día heridos

Los estragos del «bombardeo»: naranjas y piedras lanzadas por los vándalos. | LEVANTE-EMV

Los estragos del «bombardeo»: naranjas y piedras lanzadas por los vándalos. | LEVANTE-EMV / alfons padilla. xàbia

Alfons Padilla

Alfons Padilla

Los gamberros vuelven a las andadas y a las andanadas en Xàbia. Este fin de semana han «apedreado» de nuevo a los coches que circulan por el Camí del Riu Gorgos, un vial bastante utilizado de la partida agrícola del Pla. Los vándalos se emboscan en las cañas. Desde el otro lado del río, hacen fuego a discreción. Arrancan las naranjas de los árboles y las usan como «proyectiles».

Los vecinos también denuncian que estos gamberros ya lanzan piedras. Los restos de ese «bombardeo» se ven claros en la calzada. Las naranjas y las piedras lanzadas están allí desperdigadas. Vecinos de Xàbia que han sufrido los naranjazos y las pedradas (han provocado abolladuras y faros rotos en sus coches) ya trasladaron hace un par de semanas a este diario el peligro de esta gamberrada. También pidieron que la policía local interviniese.

Estos vecinos se han vuelto a poner en contacto con Levante-EMV para denunciar que este fin de semana los gamberros han vuelto a lanzar andanadas de naranjas. Avisan de que un día de estos alguien que camine por este vial o que pase con su bicicleta puede resultar herido. También señalan que el susto que se llevan los conductores y quienes van dentro de un coche cuando la carrocería recibe el impacto es de aúpa. Uno de estos golpetazos puede despistar al conductor. Y, ojo, en este tramo del vial no hay pretil que evite una caída al río. El camino, además, es bastante estrecho.

Escondidos en los cañaverales

Los gamberros disparan sin dar la cara desde el otro lado del río. Se esconden entre los cañaverales y la vegetación. Cogen las naranjas de los árboles y las lanzan a diestro y siniestro.

Es, desde luego, una pena que esta partida del Pla, antaño una fértil zona agrícola donde abundaban los cítricos, se haya convertido en un campo de tiro.

Los vecinos insisten en que la presencia de tanto en tanto de una patrulla policial disuadiría a los gamberros.