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Toda una pena

Este junio, Vicente Magro ha cumplido trece años al frente de la Audiencia Provincial de Alicante. En ese tiempo ha ido planteando un racimo de demandas, no pocas de ellas aún por resolver. Y estoy por asegurar que, pese a su capacidad para atender varios frentes a la vez, sería incapaz de decir a bote pronto la relación completa de prebostes mayores del reino de la conselleria. Un mister tras otro, con parte de la nómina de cierto peso político. Y, sin embargo, han durado lo que han durado. No sé si, como todo el mundo conoce lo reiterativo que resulta Magro, Zaplana, Camps y Fabra han ido cambiándolos por ineficaces o para que no les dieran una y otra vez la tabarra con las requisitorias provenientes del sur. El caso es que, fuera por lo que fuese, los titulares del departamento se han ido sin enterarse de las calamidades que envuelven a los juzgados, de lo que los administrados podrían hablar y no parar porque, dado el panorama, es difícil que los procesen.

El último mohicano situado al frente del embrollo por el presi del Consell, apenas conocido, ha girado su primera visita a algunas dependencias encartadas. A ver si da la campanada como Colón cuando descubrió de chamba un mundo hasta entonces por explorar. En esta línea se abren esperanzas puesto que estamos hablando del conseller Santamaría, al que lógicamente Magro y la cohorte clásica han expuesto las penurias que los misters anteriores han contruibuido a engordar hasta convertirse a día de hoy, parte de ellas, en bolas difíciles de digerir. Lo malo es que, por mucha voluntad que ponga el nuevo, no hay un euro. Y, cuando lo había, no querrían ustedes que se cuidara Justicia con la de tinglados que adjudicar, muchos de los cuales acaban en los tribunales por lo que ya me contarán qué le espera a Magro. Condenado parece.

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