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La primera, en toda la frente

El primer tropiezo del Valencia en lo que llevamos de temporada fue morrocotudo. Uno de los candidatos a la pelea por escapar del descenso le endosó tres goles al meta Yoel, que no anduvo muy fino en su debut. En realidad, todos rindieron muy por debajo de sus prestaciones. Otra vez, como ya sucediera en Anoeta, al equipo le faltó eso que los cronistas de cámara denominan intensidad, los finos, criadillas y la grada de Mestalla, directamente, collons. A Riazor, los chicos de Nuno salieron con aires de suficiencia, como si pretendieran vencer sin bajar del autobús. Y no está el VCF para jugar al trote cochinero. Al contrario, si no pisa el acelerador a tope, se convierte en un equipo vulgar y fácilmente abatible. Incluso por un rival tan apurado y escaso como este Deportivo de Víctor Fernández, un técnico que no se caracteriza precisamente por enviar a sus hombres a luchar contra los elementos, sino que suele armar equipos bastantes blandengues. Pero en esta liga „salvo el Madrid, la otra tarde„ ya nadie gana con la gorra. Y menos aún el VCF.

Tanta displicencia en las dos últimas salidas invita al mosqueo, porque denota cierta presunción y aires de jactancia en algunos futbolistas que todavía no han ganado nada y ya se lo tienen creído. Lo cual resulta lógico si nos atenemos a la desmesura con la que se vienen empleando los analistas adictos al nuevo régimen, que no ven mácula en la caótica situación social en la que vive el club, ni observan resquicios en su política deportiva. Muy al contrario: sólo cantan maravillas, exagerando la nota, hasta caer en el ridículo y perder la credibilidad. Ese es el caldo de cultivo en el que vive el club, su presidente, su entrenador y sus jugadores. Una parte del periodismo se ha vuelto acrítica, dócil y reverente con el poder, hasta llegar al elogio empalagoso. Abundan informaciones (?) manidas, entrevistas de preguntas tópicas y respuestas consabidas, reportajes insustanciales... Es como si el buen arranque de temporada, hubiera acallado las conciencias y anestesiado el clásico reporterismo contestatario.

Tanto buenismo no puede ser bueno, valga la eso. Ni para los futbolistas, que se acomodan y amaneran, ni para sus cantores que, de repente, ante un batacazo como el del domingo, se quedan descolocados, sin saber reaccionar. Tan acostumbrados están al elogio sin tasa, que a la primera pedrada que recibe el equipo „eso sí, en plena frente„ no atinan con lo que tienen que decir ni escribir (si es que saben, que ésa es otra). En fin, a base de golpes como el del domingo, irán espabilando.

Mientras tanto, a ver que le cuentan Lay Hoon, mano derecha de Kim Huat, a su vez también mano derecha de Mr. Lim, ambos presentes en A Coruña, al resto del cuerpo de su señorito que sigue en Singapur. (Estos chinos tienen poderes ocultos y son omnipresentes). Desde luego, visto el juego desplegado por el VCF, la pareja de asesores debió de quedar «plendada». O algo así.

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