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Este también es el Valencia de Lim (y de Salvo)

Todo el crédito acumulado a lo largo de las últimas semanas, lo arrojó por la borda el Valencia en los 90 minutos de juego ante el Athletic. En ningún momento, el equipo de Nuno „y de Lim, y de Salvo y, sobre todo de Rufete„, se enganchó al juego. Su fútbol fue deslavazado, frío como la tarde, sin sal, carente de sentido. Este VCF también pertenece a Mr. Lim, no solamente en los momentos dulces. También este equipo es el de Amadeo Salvo. El presidente no puede esquivar su responsabilidad en la configuración del actual conjunto, dada su afición a intervenir en la esfera deportiva, convencido como está de que es un experto en materia futbolística, desde sus tiempos de juventud en los que torcía botas en uno de los equipos inferiores del club. De ahí, pasó a autopromocionarse ante las masas para ocupar la presidencia de la primera entidad deportiva Valenciana, objetivo que alcanzó de la mano del millonario oriental, Peter Lim, que le ungió como su profeta en Occidente. Y ahí sigue, hasta que las masas que le auparon se harten de él y le saquen de Mestalla a pañoladas, cuando se repitan partidos y resultados como el del pasado domingo. Otro que tampoco puede eludir su responsabilidad es Rufete, el «manager general deportivo», largo título para tan escaso nombre.

El bagaje profesional con el que Rufete llegó a Mestalla es más bien corto y sus primeros pasos como director técnico fueron más bien bufos. Interrumpió un entrenamiento del que entonces era el responsable en la materia, Miroslav Djukic, que, incapaz de plantarle cara, se dejó avasallar, por el que luego sería su verdugo. Rufete no sólo se cargó al serbio, sino también a su sucesor, Juan Antonio Pizzi, con el que había apalabrado su continuidad, tras su buena labor en el tramo final de la pasada temporada. De nada le sirvió. Cayó fulminado, víctima de las tragaderas de Rufete, que aceptó la imposición del intermediario Jorge Mendes, el valedor de Nuno como entrenador. De manera que el buen trabajo de éste, tampoco cabe cargarlo en el haber del «General Manager», que se limitó a pegar la «cabotá», abdicando de su propuesta inicial, cosa que también hizo el día que le concedió la baja a Keita, del que había proclamado que iba a ser la piedra angular del actual proyecto. Y no será porque el malinense no hace falta. Con Dani Parejo lesionado, la actual plantilla anda descompensada, sin recambio adecuado para el capitán, un factor que fue determinante en el deprimente partido frente al Athlétic. En el banquillo del conjunto vasco se sentó la otra tarde, Ernesto Valverde, otro entrenador que tras su excelente trayectoria del curso pasado, fue desechado por la actual cúpula dirigente valencianista. El domingo, en Mestalla, sacó el libro e impartió una lección. Al contrario que Nuno, atacado todo el tiempo y sin capacidad de reacción, más allá de los consabidos cambios de cada partido, como si de un «poker» descubierto se tratara. Debilitada en unas posiciones, y saturada en otras, como la de delantero centro, la mala planificación de la plantilla está acarreando otro problema con Paco Alcácer, quien se ve rodeado de perros de presa que optan a arrebatarle el puesto: él, Negredo, Rodrigo y hasta el mismísimo Feghouli, son demasiados aspirantes al dorsal 9. Lo que no contribuye a sosegar y tranquilizar a la emergente figura del valencianismo.

En definitiva, éste que pifió el domingo, también es el Valencia que nos han edificado Lim, Salvo, Rufete, Mendes.... con el beneplácito de toda la serie de corifeos, que, a la hora de opinar, han de colgarse del cuello un babero para contener la segregación salibar que se les acumula en la boca, con sólo mentar los nombres antedichos. Mejor dicho: más que un babero infantil, un roquete clerical, es lo que necesita esta gente. Tal es el torrente de babas que se les desparraman, pechera abajo, al enjuiciar al VCF.

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