Mi agradecimiento a todas las mujeres y hombres que han creído en las instituciones y en la gente, y han llenado de ilusión las cantimploras del desierto.

Cuando la corrupción y la incapacidad parecían el único método, cuando la prepotencia y el engaño parecían el único lenguaje, cuando los recortes y el desequilibrio parecían la única política, ha llegado de nuevo el mensaje de la ética, de la utopía, de la rebeldía, para que salgamos de la rutina maldita y despertemos a la nueva caligrafía que vuelve a poner a la ciudadanía en el centro de la historia. Ahora sí podemos levantar la cabeza, ahora sí es posible lo imposible, y el sol de la convicción vuelve a brillar en la primavera de mayo. Los movimientos sociales, que parecían etéreos, invisibles, han irrumpido en la vida colectiva como una nueva fuerza unida a los ya comprometidos, a los que ya habían trabajado por el bien común desde tiempo. Ya ven, y aquellos que decían que las gentes que llenaban ayer las plazas no eran representativas, ahora que esas gentes han triunfado en las urnas, también dicen que sus votos no valen. No saben ni ganar ni perder, solo saben imponerse.

No queremos mayorías aplastantes, no queremos sumas y restas en los escaños, ni promesas apresuradas, ni populismo, ni juegos malabares. Queremos que nos enamoren, que nos escuchen, que den respuestas a la ciudadanía, ayer cansada y hoy ilusionada, queremos creer de nuevo en la política. Es cuando lo complicado se vuelve sencillo, lo escondido evidente, y esos hombres y mujeres ponen encima de la mesa la palabra y la acción, el diálogo y el compromiso para olvidar las componendas y poner el énfasis en los derechos y las urgencias sociales.

El camino es largo, tendrá obstáculos y errores, sin duda, pero también parecía irreal aquel 15M fantástico y ahora las nuevas instituciones se visten de aquellos mensajes. Harán falta acuerdos, harán falta llamadas de teléfono, renuncias, reuniones, pero eso es progreso, es madurez democrática, y que nadie olvide que las urnas se han llenado de esperanza, sin exclusividades, se han llenado de sueños y la responsabilidad de los elegidos es ponerlos a caminar.