Christine Lagarde obtiene al año una remuneración de casi 450.000 dólares, unos 353.000 euros. Céntimo arriba o abajo. Tan generoso emolumento no queda ahí. Como la directora del Fondo Monetario Internacional es francesa, y preside un organismo internacional con sede en Estados Unidos, se le reserva un pequeño apartado para sus gastos personales. Una nimiedad, que viene a suponer unos 65.000 euros anuales. Con semejantes cifras, no es de extrañar que la dirigente gala viva ajena a la realidad. Pero qué cabe esperar de quien como primera medida, y en plena crisis económica mundial, decidió subirse el sueldo un 11 %.
Así, entre exclusivos pañuelos de Louis Vouitton al cuello, bolsos de Hermés al brazo y alta costura de Chanel, la mandataria propugna sin empacho que ni un paso atrás en las reformas. Abaratar y facilitar el despido, subir el IVA, extender el copago en sanidad y educación, son algunas de las brillantes ideas paridas por tan selecto club de dirigentes mundiales que ella encabeza. Debieron tomarlas paladeando exquisito caviar beluga, que marida a la perfección „ ya se sabe„ con el Moët & Chandon.
