Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Huella del carbono

No sé a quién se le ocurrió la convocatoria de la Hora del Planeta: me refiero a ese mutis o apagón de las luces fatuas de los edificios públicos (perdón por la redundancia), a la hora del noticiario de la noche, precisamente, y que, la última vez, se produjo el día de sant Josep, justo cuando la primavera asoma su nariz pecosa. Debe de ser alguien de Naciones Unidas o tal vez un marsupial, si es que hay alguna diferencia. Valenciano, desde luego, no parece, porque justo ese día hacemos un gasto atroz en bombillas, poliuretano (que arde con muchos y malos humos), carcasas y pólvora, lo que toca cuando las hormonas se agitan por la ampliación del horario solar.

Esa Hora patosa y sin gracia, pero planetaria, se suele dispensar alegando que se trata de algo simbólico. Peor me lo ponen. Para que algo alcance la categoría de simbólico debe romper, al menos, una lanza, provocar un desplante, trastocar una rutina. Cuando a Alejandro el Grande le presentan el nudo gordiano, sin duda con el ánimo de agotar su paciencia, desenvaina la espada y corta el nudo: he aquí el modo de crear un símbolo, si es que queda alguno que no juegue al fútbol. Comprendo que toda ayuda es bienvenida, pero a condición de que sea ayuda y no una de esas ordalías bobas de la corrección política, religión que tiene la ventaja de poder resumirse con un solo mandamiento: ni una mala palabra, ni una buena acción.

Yo soy partidario de la acción, ya se habrá notado, lo que no significa que proponga apedrear bombillas: es divertido, lo admito, pero muy poco cívico. Así que apunten que aún nos rige „en funciones„ un gobierno que arruinó a las empresas que producían energía limpia y renovable, que tenemos un mercado eléctrico que le dejan dispensar a los clientes el trato que suelen recibir los rehenes y que los restos de las centrales nucleares seguirán miles de años gestionados en sarcófagos de cemento que, como el ataúd de Drácula, tienen una tapa que salta fácilmente, a ver si no, cómo iba a funcionar la novela gótica. ¿Huella del carbono? En efecto, una cagada (con perdón).

Compartir el artículo

stats