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Fin de ciclo

Semana llena de finales. El lunes postelectoral Italia cerraba el paso triste de España por la Eurocopa. ¡Hemos sido tan felices con la selección que nos resistimos a ver este final! Contra los azzurri empezó el ciclo feliz en 2008, en aquellos penaltis que acababan con una maldición, y con ellos ha acabado. Otra vez como en Brasil. Ni a cuartos. Las audiencias millonarias seguirán respaldando este campeonato fútbol en Telecinco, pero ya no es lo mismo. Si algo no echaremos de menos, probablemente, serán los comentarios del míster José Antonio Camacho. El hombre que nos dejó aquel glorioso Iniesta de mi vida en el triunfo del Mundial se pasó el partido contra Italia gritando cuidado. Fue en vano. De nada sirvieron los avisos de quien fue jugador y entrenador de furia, más que de tiki-taka. La narración llena de fe de Manu Carreño también se dio de bruces contra la realidad de una derrota contundente. A Del Bosque y su ciclo hemos empezado a añorarlo antes de irse.

Desde Italia el mismo lunes nos llegaba otra noticia peor: la muerte del hombre que conocimos como Bud Spencer. Fui uno de esos niños entusiastas de su filmografía, en la que no cabían las sorpresas ni la sangre. A base de sonoras bofetadas, el gigante siciliano y su compañero Terence Hill nos conquistaron. La biografía del actor es mucho más interesante de lo que imaginábamos: la de un nadador olímpico que se reinventó muchas veces hasta convertirse en ese mítico ogro bueno de la gran pantalla. Cada vez que reponen cualquiera de sus películas me invade una nostalgia de cine de verano.

TEMPORADA ESTIVAL. Se acaba una temporada televisiva y entramos en la estival, siempre menos ambiciosa. Vamos diciendo adiós a programas como MasterChef y Pekín Express, que me ha reafirmado en mi convicción de que se ha convertido básicamente en una carrera de autoestopistas. A pesar de la emoción que le pusieron a la final entre los primos y los aristócratas, aburre la repetición de la jugada, esta vez entre el tráfico infernal de Bombay. Saldría más barato, aunque menos exótico, trasladar el programa a nuestras carreteras secundarias. Cristina Pedroche se adaptaría, seguro, pero ya no podrían lucirse los encargados de vestuario con inspiraciones asiáticas.

El habitual culebrón televisivo veraniego sobre la continuidad de Mariló Montero lo ha acallado ella misma, despidiéndose en directo de La mañana de La 1. De momento la sustituirá Silvia Jato, pero suena el valenciano Màxim Huerta para plantar cara a las reinas matinales a partir de septiembre. Y suena bien. Se non è vero, è ben trovato: aunque no sea verdad, sería un buen hallazgo.

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