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Washington febril

Se veía venir y ya lo predijo Michael Moore en julio: ganaría Donald Trump porque funcionaria la rabia del hombre blanco ninguneado, la virilidad archivada de los reyes del acero y el carbón, el impulso gamberro de votar al menos recomendable y luego irse de cervezas con él a celebrarlo. Se olvida, se niega, que el fascismo fue un movimiento, en su día, tan popular como los levantamientos comunistas: las personas lo podemos soportar todo, incluida la patada en los propios atributos, todo excepto el bloqueo y la resignación. Parece que el Imperio ha quedado en manos de un cretino, pero, ojo, sólo lo parece. Trump domina el reality y en el reality nada es verdad, sólo una conveniencia en el desarrollo de la idea dramática. Menudo percal.,

O sea que para derrotar a los muchos Trump que acechan en el futuro habrá que volver a la idea original: las encuestas decentes son las que reflejan la realidad, no las que tratan de crearla. Eso tampoco le ha funcionado a Clinton que, por otra parte, es un mal bicho belicista que ni cerró Guantánamo, ni acabó con las guerras de Irak y Afganistán, además de promover las de Siria y Libia. Ya se sabía desde hace mucho que el candidato demócrata Sanders derrotaría „y por un margen amplísimo„ a Trump, pero los dueños de las bambalinas y el mangoneo financiero prefirieron arriesgarse a un revolcón electoral en manos del rival/amigo antes que pagar un poquito más en impuestos.

Aquí ya ocurrió con Aznar, que era aún más bocazas que el rey de la ensaimada capilar, con el agravante de creerse lo que decía. En España las encuestas llevan varias legislaturas sin acertar ni una y lo que queda del PSOE empeñado en servir de pienso de engorde del PP. Hillary no se puede quejar: conserva a Beyoncé, a los reyes del mambo y a la tropa dorada de Hollywood pero, aparte de tanto glamur, no tiene nada porque lo que han descubierto estas elecciones es que, en la olla de la política, hay que meter algún trozo de carne, de verdad. Y que las esperanzas de la gente nunca coincidirán con Wall Street: por exceso o por defecto.

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