Opinión

La C. Valenciana y Cataluña merecen algo de equilibrio

Salvador Illa, en la reunión de la ejecutiva del PSC tras las elecciones del 12M

Salvador Illa, en la reunión de la ejecutiva del PSC tras las elecciones del 12M / David Zorraquino/E. Press

Una persona no binaria (atención, no confundir con género fluido) gana en Eurovisión sobre una plataforma en la que el mérito es mantener el equilibrio, mientras España da el televoto a Israel entre sospechas de intervención de alguna factoría extraña de votos y con la máquina del fango en torno a Gaza a pleno rendimiento, sin parar de producir muertos. Así, en este clima, Cataluña abrió las urnas el domingo tras una campaña anodina, sin amnistía ni indultos ni esos grandes temas existenciales (o esotéricos, según el día) que vienen marcando la política española, y todo se queda en un resultado difícil de desanudar 24 horas después. Parece que gana este mundo gaseoso y confuso. Gana Salvador Illa, eso sigue siendo seguro, pero no lo es que pueda gobernar ni la estabilidad que pueda tener en caso de llegar al Palau.

Todo se andará. Observado el panorama desde la vecina Comunitat Valenciana, y con la financiación autonómica como gran problema a resolver, la primera conclusión es que interesa más la solución Illa que la de Carles Puigdemont o la que representó Pere Aragonès, con sus propuestas de financiación singular y cupo especial. Esa es la teoría de primero de financiación, pero la cuestión práctica es si en un magma tan confuso para Illa, este tiene el valor de buscar una salida poco populista y multilateral y, para Carlos Mazón, si hay voluntad de entendimiento por encima del ansia de erosionar a Pedro Sánchez. No sé qué pasará, aunque el pasado invita a ser poco optimista, pero sería razonable intentar un acercamiento de dos territorios con bastantes puntos en común en este asunto y que representan a más de doce millones de españoles, una cuarta parte del total. Estaría bien que en esto no funcionara el ‘Vuelva usted mañana’. La C. Valenciana se merece una nueva etapa con Cataluña. Pero lo primero sería cierta estabilidad en el vecino. Lo contrario favorece el empantanamiento por los siglos de los siglos de la financiación.

Por lo demás, Sánchez sale fuerte, otra vez, y tras el amago de despedida y cierre. La noche del domingo se transmitió más alegría casi en Ferraz que en el rostro y los gestos de Illa. Lógico. Parece que pocos se acuerdan de que los Comuns provocaron el descalabro de los presupuestos de Aragonés y con ello la convocatoria electoral y de que el factor clave de ese desencuentro final fue un proyecto empresarial que los de Colau y la periodista valenciana Jéssica Albiach no tragaban. Y sucede que esos mismos tres partidos se han de entender ahora… Comprendo, pues, el rostro contenido de Illa. Maniobrar en las próximas semanas será como hacerlo sobre la plataforma del cantante suizo de Eurovisión (perdón si resbalo en el uso de artículos): misión para equilibristas.

El resultado vuelve a ser también viento a favor para Diana Morant. Mientras a Sánchez y al PSOE les vaya bien, la ministra tendrá menos problemas y más cohesión interna. Illa puede concederle además la oportunidad de jugar un papel más protagonista en una hipotética jugada de cartas maestras por una nueva financiación. Habrá que ver.

Sánchez sale fuerte, sí, porque su política sobre Cataluña queda reforzada este domingo, el peor para los independentistas. Las políticas de los últimos años han diluido el soberanismo, han lanzado al PSPV y mantienen a la izquierda como la opción dominante, si bien la derecha españolista avanza (pero sin acercarse con sus 26 escaños a los 40 que sumaron Ciudadanos y PP en 2017). La amnistía gana, sí, pero no diría aún que se pasa la página del 'procés', porque la opción de Puigdemont, la más radical y esencialista, la menos pragmática, es la que se impone en este sector. Será la segunda fuerza en el Parlament y con más brío ahora en su papel de pieza clave en el Congreso.

Sánchez sale fuerte del 12M, sí, pero no a costa del PP, que es el que más crece, aunque partía casi de la nada. En todo caso, creo que el PP ha encarado esta primavera pensando más en la correlación de fuerzas con Vox. O sea, se trataba sobre todo de frenar a la parte más ultra de la derecha y eso lo ha logrado, estar por delante, aunque con un discurso lejano al de aquel Feijóo moderado.

El gran duelo entre los dos grandes partidos queda abierto para las europeas. El 9J gana interés desde este domingo. El ánimo y el clima de los próximos meses dependerán mucho de cómo se salga de esa convocatoria. Será la oportunidad definitiva para exhibir a un Sánchez grogui. Si tampoco pasa, quien puede salir tocado es Feijóo. Todo se andará.

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