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Opinión

El tótem de Marcelino

Es una heroicidad invisible pitar un partido de juveniles de Segunda Regional. A eso hay que añadirle la valentía para suspender un encuentro cargado de agresividad por insultos racistas, que es lo que sucedió el domingo en el Atlético Levante-La Creu. La tolerancia cero con la violencia en el fútbol pasa porque pequeñas decisiones como esta en el campo más perdido de la Regional.

También ayudaría que el matonismo de algunos jugadores de élite, como Damián Suárez la semana pasada en Getafe en la visita del Valencia, fuera castigado como merece: la expulsión inmediata y no una simple tarjeta amarilla en el minuto 89. No se trata de demonizar a Damián Suárez, que seguramente cumplía órdenes: los conjuntos de Bordalás se han caracterizado por una agresividad desmedida. Algo parecido sucedió en 2006 en el Chelsea-Barça, cuando Del Horno fue a cazar reiteradamente a un jovencito Leo Messi a quien, después Mourinho, acusaría de hacer teatro.

El técnico portugués siempre consigue distraer la atención. Ya nadie hablaba ayer del repaso del Manchester City en el derbi de Manchester, con un Silva formidable, sino de la trifulca entre jugadores y técnicos de ambos equipos en los vestuarios de Old Trafford. Menos de fútbol, Mou habla de cualquier cosa.

Tres de los cuatro rivales del Valencia para llegar con opciones de ganar la Liga al tramo final van a sufrir un desgaste enorme en los cruces de octavos de final de la Champions. El VCF desea que los tres lleguen lo más lejos posible en la máxima competición continental.

Marcelino sabe que debe salvar como sea los dos rivales antes del parón de Navidad, ante el Eibar en Ipurua (sin Zaza, sancionado) y frente al Villarreal, a la espera del regreso de Guedes, Garay y, más tarde, Murillo. Se ha echado de menos en los dos últimos encuentros tanto la velocidad del extremo portugués como el temple en la salida de balón del central argentino.

La figura de Marcelino crece cada jornada y ya casi es totémica para el valencianismo. Su ausencia en los dos partidos de sanción, ante el Barça y el Getafe, se dejó sentir en el ánimo de los futbolistas. De la misma manera, su presencia en la banda frente al Celta volvió a resultar decisiva. Cuando el técnico asturiano pidió el apoyo de Mestalla, el VCF estaba contra las cuerdas y el gesto emocional reactivó al grupo, que acabó encontrándose con la fortuna del penalti sobre Nacho Gil.

La actuación de Kondogbia fue colosal y sus declaraciones después del partido vuelven a ser inquietantes. Lejos de asegurar su continuidad la próxima temporada, deja una puerta abierta a su futuro. Señal de que la opción de compra del VCF al Inter por 25 millones no está del todo cerrada.

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