«El tolerem/ens l´expliquen./No el justifiquem./La força de les circumstàncies,/ allò d´allò del "mal menor"/ I tots els llocs comuns de la política?/ La bola de neu va creixent/ en les consciències que no se n´adonen./ I què?». Josep Mª Bayarri (1886-1970)

El president Ximo Puig se ha metido en un charco. La fundación Profesor Manuel Broseta, que preside Rafael Ferrando desde 2011, concedió en noviembre su premio ´Convivencia´ a la entidad ´Societat Civil Catalana´ que se ha entregado -con 12.000 euros- en el Palau de la Generalitat, por Ximo Puig. El jurado estaba encabezado por la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, del Partido Popular. El mismo día se entregaron en Madrid los premios de la Asociación Víctimas del Terrorismo al rey Felipe VI y a Radiotelevisión Española, ente público cuestionado por su parcialidad informativa y por su labor propagandística en pro del Gobierno del PP que preside Mariano Rajoy.

Corrupción. A la misma hora la Audiencia Nacional interrogaba a varios acusados en el Caso Gürtel, en su vertiente valenciana, al tiempo que se anunciaba que el expresident del PP, Francisco Camps, declarará como testigo. Además de los cabecillas de la empresa Orange Market, Francisco Correa y Álvaro Pérez, para los que se solicita penas de cárcel que superan los veinte años, están implicados el exvicepresidente del Consell, Vicente Rambla y el exsecretario del PPCV, Ricardo Costa, alias «caviar». Les acompañan en la vista, una decena de empresarios que han confesado pagos en dinero negro al Partido Popular para financiar campañas electorales. La vicepresidenta del Consell del Botànic, Mónica Oltra, de Compromís, el día antes había explicado que la Fundación Broseta es privada y que los premios ´Convivencia´ no son del Consell. Cierto.

Convivencia. Se ignora por qué se amparan en el Palau de la Generalitat y cómo se justifica que los entregue su president. Premio a la convivencia que se concede a la beligerante Societat Civil Catalana. Este club que ostenta como principio fundacional combatir lo que opinan más de dos millones de catalanes, tiene poco que ver con la libertad de expresión, ni con el espíritu de concordia y entendimiento. Es inconveniente para la Generalitat Valenciana si la lleva a significarse en un conflicto civil que enfrenta a catalanes soberanistas (50%) contra la otra mitad, partidarios de la integración de Catalunya en España. ¿Por qué los valencianos nos hemos de sentir cómodos alineándonos con unos catalanes contra otros? No hay ninguna razón inteligente ni de peso para que, vía Presidència de la Generalitat, nos inmiscuyamos en conflictos internos del país vecino. Catalunya vive uno de los episodios más delicados y dolorosos de su historia, que han de dirimir entre ellos: los catalanes. Falta benevolencia y sobran intromisiones.

Oportunismo. Entre los distinguidos por la Fundación Broseta en los últimos años se aprecia bastante oportunismo e irrefrenable vocación exterior. Se encuentran el ruso Mijail Gorbachev, el galo Nikolás Sarkozy, el colombiano Juan Manuel Santos, el europresidente Jacques Delors, la paquistaní Malala Yousafzai o las cubanas Damas de Blanco. A añadir los hispanos, Javier Solana, Felipe González, la reina Sofía o el monarca Juan Carlos I. No es prudente, en las actuales circunstancias, la escenificación de discrepancias entre los socios del gobierno de Ximo Puig, Compromís y Podemos. También resiste mal el análisis ideológico de los premiados, claramente sesgado hacia el campo de la derecha conservadora, afín, no ya a Ciudadanos (Toni Cantó y Fernando Giner en el Salò de Corts) —ahora de moda— sino al Partido Popular. Fueron elocuentes las ausencias. Similar conclusión se deriva de los componentes de la Fundación Broseta y la tendencia de los presidentes que lo han sido desde su creación. ¿Qué hace pues Ximo Puig implicando con esta entidad a la Generalitat y su presidencia? ¿Por qué no oficia en otras entregas de galardones y reconocimientos? ¿Por qué no se otorgan en el carrer dels Cavallers, por ejemplo, los premios Pepe Miquel de la Confederació de Cooperatives de la Comunitat Valenciana, con los que se homenajea a la trayectoria de personas honorables en el cooperativismo valenciano?

No revueltos. Está claro. Si se abriera la veda el president, Ximo Puig no haría otra cosa más que dar premios y validar saraos que, como dice Mónica Oltra, son privados y no de la Generalitat. Si además son inoportunos y comprometedores, la razón es decisiva para evitar el maridaje entre lo público y lo privado. De la izquierda mimética y reverencial con la derecha, entre buenos y malos, entre nacionalistas españoles y los otros—principalmente periféricos--, entre arrebatacabras y los que no reflexionan sobre la idoneidad de respaldar un evento que no corresponde a la Generalitat pero la involucra. No hacía falta inmiscuir a los valencianos en este «atzucac» frívolo e incómodo. Por ser amables.