Uno de los asuntos pendientes de resolver de la democracia española es el del Valle de los Caídos. Aunque durante los últimos años ha habido algunos intentos vanos de dar una solución definitiva a un hecho a todas luces impropio de un sistema democrático -la existencia de un monumento que exalte la victoria de un bando sobre otro en una guerra fratricida y que guarde en su interior los restos de un dictador rodeado de miles de sus víctimas- la negativa categórica del Partido Popular a realizar cualquier cambio y las dudas de los socialistas cuando han gobernado han alargado una situación que parece que, al fin,va a llegar a su término.

Las próximas iniciativas legales del Gobierno de España en orden a terminar de la manera más justa y razonable con este monumento al odio y al fanatismo deben recoger dos aspectos distintos. En primer lugar, el traslado de los restos de Franco al lugar donde indiquen sus familiares. Que a pesar de que hayan transcurrido cuarenta años desde la recuperación de las libertades en España tras el golpe de Estado de 1936 el cuerpo de la máxima autoridad de una dictadura siga enterrado en una basílica construida únicamente para exaltar su figura, ha sido muestra de lo difícil que ha supuesto para los españoles pasar página a la historia más desgarradora de nuestro país. En segundo lugar, se debe dar a los familiares de los cuerpos que acompañaban a Franco -que se puedan identificar- la oportunidad de recuperarlos para que hagan con ellos lo que estimen oportuno.

Pero la idea principal del Gobierno, que parece la más acertada y que ya anunció Pedro Sánchez mucho antes de ser investido presidente del Gobierno, es la de convertir el Valle de los Caídos en un museo en el que se aleccione a sus visitantes sobre ideas como la reconciliación, la fraternidad y la memoria como elementos básicos de una sociedad avanzada, en vez de la guerra, la represión y la muerte que dominan hoy día esta construcción.

De no haberse producido la tozuda y contraria voluntad del PP de llegar a un acuerdo con el resto de fuerzas parlamentarias y de haber tenido los gobiernos del PSOE un poco más de ambición democrática y de valentía política, el Valle de los Caídos hace tiempo que sería historia. Aunque en honor a la verdad hay que resaltar que si durante los mandatos de Felipe González en los años 80 el PSOE hubiese llevado a la práctica esta iniciativa, se habrían producido altercados violentos en las calles de muchas ciudades.

Si finalmente el actual Gobierno termina de manera definitiva con la sinrazón del Valle de los Caídos, España habrá dado un gran paso, quizá definitivo, hacia la necesaria reconciliación de los españoles, convirtiéndose la Guerra Civil española y su posterior y cruel represión en una parte de nuestra historia. Una historia que nunca debió producirse.