Tras el eclipse de Luna del 27 de julio continúa el espectáculo del cielo a la espera de la lluvia meteórica de las Perseidas del próximo fin de semana, que se espera muy buena porque coincide con la Luna nueva. Este verano, no obstante, son los planetas los grandes protagonistas, y mucha gente pregunta lo que realmente se puede ver de ellos a través de los telescopios al alcance del aficionado. De Venus, en el oeste al anochecer, pese a que es el planeta más brillante, el telescopio apenas revela detalles porque siempre está cubierto de nubes y no se ve la superficie. Lo más llamativo es que muestra fase, como la Luna, es decir, que según la época y su posición vemos cómo cambia la porción visible de su hemisferio iluminado. Pero resulta más sugestivo a simple vista, como lucero, que por el telescopio. Júpiter, en cambio, ofrece una imagen magnífica y se llega a distinguir su Gran Mancha Roja. Especialmente atractivos son los tránsitos y ocultaciones de sus lunas principales: Ganimedes, Europa, Io y Callisto. Hay que aprovechar agosto, porque cada día se pone antes, pero aún es fácil distinguirlo hacia el suroeste al principio de la noche. Marte, por su cercanía actual, brilla más que Júpiter, aunque no tanto como Venus. Inconfundible, de un rojo intenso, hacia el sur a medianoche, parece que amaina la gran tormenta de polvo y mejoran sus condiciones de observación. Pueden verse sus casquetes polares y regiones como Syrtis Major, más oscura que el aspecto rojizo general que caracteriza su superficie. Saturno es más difícil de localizar, porque brilla mucho menos. Está sobre el horizonte sur, entre las brumas estelares de la Vía Láctea, en Sagittarius, pero un truco para dar con él es que, a diferencia de las estrellas, apenas centellea. Su visión telescópica es sublime gracias a la fascinante estampa de sus anillos. La primera vez que se observa por un telescopio se recuerda toda la vida. Urano, ahora en la constelación de Aries, está en el límite para localizarlo a simple vista, con un color azul apagado. Sin detalle en el telescopio, ya que sólo se ve como una diminuta bolita. Pese a ello, la experiencia de localizarlo merece la pena. Neptuno, actualmente en Aquarius, todavía es más esquivo, ya que queda fuera del alcance del ojo humano. A la luz del telescopio parece una tenue estrella. En Urano y Neptuno un planisferio ayuda a localizarlos buscando primero la posición en el cielo de las constelaciones de Aries y Aquarius. Y Mercurio, el primero de la lista, resulta rematadamente difícil de observar, pero no tanto porque no muestre detalles en el telescopio, sino porque siempre está cerca del Sol, a ras de horizonte, ya sea al amanecer o al anochecer. En la segunda quincena de agosto se separará un poco del astro rey y será más fácil localizarlo.