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Vaciar la democracia

El objetivo de la derecha reaccionaria aunque acepte la democracia no es otro que vaciarla de sus valores, reduciéndola a formas rituales como el respeto a las convocatorias electorales incluso escrupulosas. En la literatura política anglosajona se habla ya de illiberal democracy, la democracia parcial. En nuestro ámbito, una estrategia para el regreso al autoritarismo en la que a veces participan antiguos demócratas.

El historiador Ch.R. Browning conocido entre nosotros por Aquellos hombres grises en un reciente ensayo en la New York Review of Books (25 oct 2018) ha podido evocar con rigor los paralelismos, y las diferencias, entre los fascismos de los años treinta y los actuales, en los que señala de modo singular la trayectoria del presidente Trump y sus congéneres de Hungría, Polonia, y otros. Un ejercicio inapropiado se dirá para un historiador, pero reflejo de una inquietud que afecta a ciudadanos, periodistas, analistas, historiadores.

Lo advertía en otro sentido Enzo Traverso: el nuevo rostro del fascismo no requiere de uniformes, concentraciones. Le basta el control de los mecanismos de las democracias: el poder judicial, el bloqueo parlamentario, las órdenes ejecutivas, el control de los media a través corporaciones y finanzas, el recorte de la libertad de expresión, la provocación para demandar responsabilidades y por supuesto alimentar el temor de las gentes con la homofobia, la xenofobia, y todas las fobias que alimentan los temores de una sociedad cada vez más desigual.

El nacionalismo de los Estados resucita el aislamiento, alienta la desconfianza, levanta barreras, consagra mitos y símbolos. La acción del inquilino de la Casa Blanca ejemplifica todos estos elementos. La Justicia a su medida y a largo plazo; orillar el debate parlamentario por incómodo, la seguridad por encima de las libertades, el beneficio para las corporaciones, el ataque a los media, y por supuesto el relato homofobia-xenofobia-catástrofe inherente a los comportamientos democráticos.

¿Les suena?. Son las que escuchamos de los líderes de la derecha, aquí mismo. O peor, las consecuencias de sus acciones. En el poder judicial, en los media (¿recuerdan la exclusión de este medio por parte del gobierno «popular»?), en las calles donde las víctimas de las agresiones comprueban que sus agresores celebran sus «hazañas». O trivializan a golpe de tweet hechos o anécdotas irrelevantes convertidas en verdades efímeras.

Cierto que a la derecha económica, empresarial, financiera, ya le va bien. Puede que entre esta los demócratas consideren que «estos chicos ya se moderarán cuando toquen, de nuevo, poder y empleo público». Lo mismo que pensaron los industriales alemanes, los junkers, las gentes de orden italianas. O quienes financiaron y apoyaron a Franco.

Todo ello supone la fragilidad del sistema democrático a la vez que requiere la respuesta de la sociedad civil, y el reencuentro de la socialdemocracia y la izquierda con sus raíces tal como reiteradamente nos aconseja nuestro vecino portugués Boaventura de Sousa.

Hasta aquí lo que con mayor extensión sería mi colaboración mensual.

Gratitudes. A lo largo de cuarenta y dos meses he acudido a la cita con los lectores de Levante-EMV. Todo empeño humano tiene su principio y final, el primero conocido el segundo incierto.

De los miles de palabras que he juntado destaco algunas que se refieren a convicciones del autor. Al azar: libertad, democracia, igualdad, fraternidad, País, Ciudad, Mediterráneo, Europa, socialismo, socialdemocracia. Me las enseñaron auténticos maestros y procuré ser alumno aplicado, tanto en la vida ordinaria como cuando me fue dado su empleo en tareas públicas.

Nada sin libertad, sin la aspiración a la igualdad hacia arriba que no se trata de rebajar a nadie. Fraternidad objetivo último de la humanidad. Un país, el valenciano, mediterráneo y europeo. El socialismo y la socialdemocracia como instrumentos, en libertad y democracia para alcanzar los objetivos que resumen los valores republicanos.

A lo largo de los más de tres años de mi colaboración creo que es la primera vez que utilizo la primera persona del singular. Recuerdo ahora que hace treinta años dimití de Alcalde de València. Por idénticos motivos volvería a hacerlo ahora. Las convicciones y los hechos que pude exponer en mi Viaje de ida que editó nuestra Universitat-Estudi General. No hay Área Metropolitana ni su correspondiente gobierno; el transporte público metropolitano ni tiene financiación ni la necesaria coordinación; las inversiones de las Administraciones autonómica y central no se corresponden con las necesidades de ciudad y área ni con la aportación de sus contribuyentes; las injerencias en las competencias locales no solo no han desaparecido sino que en algunos aspectos se han acentuado.

La consolidación de la ruptura de 2015, con la pesada losa de despilfarro y deuda, requiere de la cultura del entendimiento con la implicación activa de la sociedad civil. Este es el reto de 2019, sin «yoismos», para hacer posible los objetivos aplazados durante años.

Los autores de las infamias con que fui obsequiado hace treinta años siguen apoltronados unos; otros aunque no todos, en el destino reservado a los malhechores; algunos, en fin, en el oscuro silencio del recuento de sus beneficios. Preciso. ¿Decepción?, la justa. ¿Resignación?, ninguna. ¿Rencor?, nunca: no lo aprendí de mis padres y maestros, que tuvieron motivos sobrados. «Amigos y amigas» a quienes abrí camino les debo, agradecido, su nada ejemplar desmemoria, compensada por decenas de compañeros, compañeras y ciudadanos con quienes comparto objetivos, zozobras y alegrías.

Apartado, pero comprometido. Con las convicciones en la lucha común por una sociedad más libre, justa, igual en la ciudad, en el país, y en nuestro Mediterráneo. Con una Europa de paz, libertad, prosperidad compartida, solidaria, próxima. En un Estado que entienda la diversidad de las culturas y las lenguas como patrimonio común, expresión de sociedades plurales.

Cierro etapa. Otras tareas vinculadas al ejercicio de la lectura, la investigación y la escritura ocuparan mi tiempo. Llegado el caso, como hiciera siempre, las someteré al escrutinio público para compartirlas y debatirlas.

Gracias a Prensa Ibérica, a Levante-EMV, a su Dirección, Julio Monreal desde el inicio y a Lydia del Canto ahora. A Andrés H. de Sá e Isabel Olmos por su comprensión y paciencia.

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