A día de hoy todo el mundo podría decir que las condiciones laborales han sufrido un estancamiento, o más bien una marcha atrás. Al otro lado de la moneda, nos encontramos un colectivo que recoge los frutos del esfuerzo y sacrificio del personal contratado, además de todo lo arrebatado durante estos últimos años, mejores condiciones salariales, conciliación con la vida familiar, etc. Esto, obviamente, es una generalización, y sabiendo y matizando que por suerte existen muchas empresas y colectivos que sí que cumplen, y no solo eso, que mejoran estos aspectos, por desgracia, tenemos que decir que la tónica general imperante carece de estos objetivos, y que dicha generalización parece bien aplicada.

Las causas que fermentan dicha situación pueden ser variadas, el ideal capitalista de querer ganar más, la excusa de que no se puede contemplar todos los gastos (o te pago tu salario en negro o te pago menos para poder pagar tu cotización), etc. Pero aquí no se pretende crear una relación de causalidad de factores, sino una extrapolación al sector de los CEE, y cómo se ven afectados actualmente.

Dentro del mercado laboral y en su feroz marco de abaratar costes, ya sea para incrementar beneficios o acaparar nicho de mercado (cosa que posteriormente generará beneficios) tienen que nadar los Centros Especiales de Empleo (CEE). Estos CEEs, que están fiscalizados y han de cumplir requisitos y objetivos, algunos de ellos como los anteriormente mencionados, adquieren de la administración subvenciones para tales fines, y con las cuales teóricamente podrán equilibrar la balanza económica en su pugna con empresas sin estos objetivos primarios. Recordemos que hablamos de inclusión laboral de gente con discapacidad, con un porcentaje no inferior al 70% del total de la misma, entre otros objetivos.

Ahora bien, qué puede ocurrir, o qué ocurre a día de hoy en los CEE respecto al uso de dichas subvenciones o en otros aspectos, ¿se está cumpliendo lo estipulado? El afán de beneficios está carcomiendo este pilar fundamental para la integración de un colectivo que ha demostrado durante todos estos años de actividad no solo su capacidad y talento, si no por lo que ha devuelto y devuelve a la sociedad.

La realidad de usar las subvenciones como beneficios es una cosa tan sencilla como dar un precio de coste al cliente (que por la fórmula y estructura de los CEE este puede ser irrisorio), pagar lo mínimo al trabajador y abaratar todo lo posible el resto de coste, y esperar que llegue una subvención que no se invertirá en mejorar ningún objetivo de los estipulados.

Esto desemboca en una situación en la cual un profesional no obtiene una retribución económica adecuada, tanto por formación académica como por otros parámetros, técnica, habilidad, producción, efectividad que podamos plantear.

No solo la retribución económica y el tipo de artimaña mencionada arriba atentan contra el trabajador. La competencia en un ámbito donde en ocasiones el cliente también es el que atenta contra el trabajador con exigencias inusitadas, como por ejemplo, regalar horas de servicio gratis para entrar en la ejecución del servicio. Ejemplo que no solo te hace sangrar debido a que pocas o ninguna de estas horas serán abonadas al ejecutor material, sino que además se añade que específicamente es un sector que no puede realizar más horas de las estipuladas por convenio, aplíquese también a parámetros como esfuerzos, realización de actividades específicas, situaciones de extrés. La calidad en la salud laboral es objetivo prioritario para toda la sociedad, pero en especial atención dentro de los CEE dado el carácter de los trabajadores que los forman.

O simplemente no se produce ninguna situación específica, simplemente al mando del barco puede haber un Capitán Beneficios, en el peor de los casos, o un Capitán Ignorancia, en el más benévolo, que dirige con rumbo contrario al suyo y al de su tripulación. Pues aunque dentro de ese 70% que define a los CEE hay mucha variedad de perfiles, existen muchos objetivos comunes.

Sin añadir muchos más ejemplos, se puede resumir que para todos la competencia es dura, que hacer las cosas de forma honesta cuesta muchísimo para cualquiera, pero más para aquellos que necesitan un equilibrio en el tablero de juego y para luchar de forma equitativa se están viendo abocados en la realidad a todo lo contrario. Ya sea por la competencia externa o la carcoma interna.