Como de magnífica noticia podemos calificar la publicación del primer número de Prometeo. Revista de la Casa-Museo Blasco Ibáñez gracias al impulso de Francisco Fuster, profesor del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de València, de Emilio Sales, director de la Casa-Museo Blasco Ibáñez, con el respaldo de la Concejalía de Patrimonio y Rescursos Culturales. Después haberse hecho públicas las desavenencias entre el Ayuntamiento de València y la Fundación Blasco Ibáñez por una parte del legado del escritor que el Ayuntamiento considera de su propiedad, la aparición de esta revista vuelve a poner de manifiesto el estrecho vínculo que nuestra ciudad y el escritor siguen manteniendo a pesar del ingrato comportamiento que, en ocasiones, han tenido con él los mismos que deberían haber agradecido el hecho de que gracias a sus novelas, sobre todo a su éxito de ventas, la Comunitat Valenciana fuese conocida en todo el mundo.

A pesar de los esfuerzos que se han hecho en València para recuperar la memoria y la valía de Blasco Ibáñez desde la vuelta de la democracia a España en 1977 por parte de los poderes públicos, el resultado deseado no ha terminado de cuajar. En ello tiene que ver, y mucho, el interés de la dictadura franquista de ningunear, cuando no de hacer desaparecer, el entusiasmo que sus libros provocaban entre los valencianos. Fue Blasco Ibáñez un librepensador que quería traer a España todos los avances sociales y democráticos que conoció viajando por buena parte del mundo. Tuvo la mala suerte de vivir en un periodo muy pazguato de la historia de España. Un tiempo sólo superado en oscuridad y mojigatería por el franquismo que vino después. Sus libros tuvieron un papel fundamental gracias a una estructura literaria que los hacían accesibles a cualquier persona y que al mismo tiempo constituían templos de saber, de conocimiento, de reflexión y de filosofía.

El acierto de esta nueva publicación que promete ser fundamental para el estudio de Blasco Ibáñez reside, por un lado, en un formato cómodo y ameno editado con gran acierto y, por otro, en la mezcla que hace de escritos para un lector avanzado con otros más accesibles pero de igual calidad. De pequeño tamaño y papel grueso, este libro-revista es ideal para llevarlo a cualquier lado, sólo por el gusto de sentarse a leerlo en algún lugar con vistas al mar como le hubiera gustado a Blasco Ibáñez, un escritor que siempre ha estado entre nosotros aunque se haya intentado borrar la importancia de su legado con excusas variadas.

Pude disfrutar, en mi primera juventud, de lectura de sus obras más importantes gracias a la colección completa que Blasco Ibáñez regaló a mi bisabuelo, Juan Ull, a principios del siglo XX. Fruto de esa amistad que se consagró con todos aquellos libros nacieron mis primeros anhelos por viajar, mis primeras reflexiones sobre la justicia social, sobre la importancia de crear un mundo más justo con la base de la solidaridad.