Hace cuatro años València tenía 15.000 personas más en paro que hoy. Esto no quiero decir que la situación esté solucionada, de hecho, aún estamos lejos, pero significa que hay 15.000 mujeres y hombres que han tenido la oportunidad más importante, la de tener un trabajo.

No es solo responsabilidad del cambio de gobierno, pero solo por lograrlo ya habría valido la pena el cambio. Porque la política no está para ver quién tiene la bandera más grande, para competir para decir la barbaridad más sonada o perder el tiempo en polémicas estériles.

Por eso, los socialistas queríamos gestionar empleo en la ciudad, por encima de otras áreas tradicionalmente más mediáticas, para que uno de cada tres nuevos empleos se haya logrado gracias al apoyo de València Activa. Para que el ayuntamiento tenga ahora centros de empleo en los barrios de la ciudad, planes para mayores de 55 años en paro y haya contratado a 1000 jóvenes. Queríamos gestionar empleo para ayudar a que València tenga ya tasas de paro inferiores a la media de España o para contribuir a ser la gran ciudad que más empleo ha creado en estos años. Ese es el gran evento de este mandato.

Pero creo que comparto con quien esté leyendo este artículo que València puede más, que esta ciudad tiene la capacidad de que la llevemos más lejos. Esta ciudad no es conformista. Por eso, de la urgencia de acabar con cifras record de desempleo, tenemos que dar el pasar a acabar con las brechas de nuestro mercado laboral. La las mujeres que sufrimos más paro y no cobramos lo mismo, por el mismo trabajo; la brecha de edad que dificulta a los jóvenes encontrar su primer empleo y a los mayores acabar su vida laboral con un empleo. Por supuesto, con la brecha de de quienes se ven empobrecidos por la precariedad salarial.

A eso deben dedicarse las administraciones aprobando medidas contra la discriminación laboral como es el aumento del permiso de maternidad, poniendo en marcha un plan de retorno del talento, invirtiendo el dinero de la garantía juvenil que antes se tiraba a la basura, recuperando el subsidio de desempleo para mayores de 52 años o subiendo el salario mínimo interpofesional.

A eso debe dedicarse en primer lugar un ayuntamiento. A responder a las preguntas de, ¿dónde están los trabajos del futuro de su ciudad? ¿Y a qué tipo de sueldos pueden proporcionar esos trabajos? Por eso, el próximo 26 de mayo nos jugamos dar la respuesta correcta a esas preguntas o decidir no hacer nada.

El 26 de mayo tendremos que decidir si continuamos fomentando políticas activas de empleo y un nuevo modelo productivo o abandonar la ciudad en mano de especuladores. Centrarnos en lo que realmente importa o perder el tiempo. Y el tiempo es lo más valioso que tiene una ciudad cuando tenemos que decidir en qué posición quedamos en una transformación económica que es imparable y en la que socialistas aspiramos a que València lidere la España mediterránea.