Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Butaca de patio

Vientos de banda

La entrada de moros y cristianos de Alcoi, la ofrenda en las Fallas de València o cualquier fiesta importante en las comarcas de Castelló no serían imaginables sin la presencia de las bandas de música. Trompetistas veteranos y flautistas jóvenes, maduros percusionistas y quinceañeras trombonistas se unen en más de un millar de bandas repartidas por toda la geografía valenciana desde Vinaròs a Orihuela y desde Gandia a Utiel. De hecho, pocos fenómenos sociales pueden compararse en la Comunitat Valenciana con el arraigo, la implantación y la fuerza de alrededor de un millar de bandas censadas, a las que cabría añadir cerca de 200 orquestas, 233 coros, 52 big bands y 19 grupos de tabal y dolçaina.

El 90% de los municipios de más de 200 habitantes acoge una banda. Cifras impresionantes, sin duda, para un territorio con 542 municipios y unos cinco millones de habitantes. Por todo ello no resulta en absoluto exagerado afirmar que las bandas forman parte fundamental de las señas de identidad valencianas y esta afición tan tradicional explicaría el alto porcentaje de músicos de nuestra tierra en las orquestas españolas y europeas. Sobre todo, si soplan algún instrumento. Así pues, los vientos de banda inundan y alegran las fiestas, representan una forma popular de cultura, forman a miles de educandos y fomentan un esfuerzo colectivo, alejado de individualismos y narcisismos tan habituales en las manifestaciones artísticas. Bastaría algo más de apoyo de las instituciones públicas, desde la Generalitat y los ayuntamientos, para que las bandas tuvieran una mayor proyección nacional e internacional.

Al hilo de esta tan necesaria proyección surge una película que transforma, de un modo inteligente y sensible, una anécdota local en un asunto universal. Hablamos de La banda, debut en la dirección de un largometraje del valenciano Roberto Bueso, que se puede ver durante estas semanas en las salas de cine. Título que apela tanto al espíritu de una pandilla juvenil como a este fenómeno musical, historia de iniciación de unos personajes que se hallan en una encrucijada de sus vidas de veinteañeros, reflexión sobre los dilemas entre el apego a la infancia y el anhelo de despegar, fábula sobre los efectos de la crisis, La banda ha sido elogiada por la crítica y merece, sin duda, el favor de un público que ya la respaldó en la pasada edición de Cinema Jove. Película sencilla y ambiciosa a un tiempo, el director ha sabido conjuntar un adecuado reparto donde conviven magníficos veteranos como Enric Benavent con actrices jóvenes promesas como Charlotte Vega o amateurs, como el protagonista Gonzalo Fernández. Rodada en Carcaixent y hablada en valenciano y en castellano, según los personajes, La banda apunta a las posibilidades de un cine que aborde temas cercanos pero con una perspectiva amplia y no localista. Tal vez el mayor elogio que pueda hacerse a La banda sea compararla, salvando las distancias de tiempo y lugar, con Tocando el viento, un excelente filme británico lleno de emoción por la música y de espíritu de lucha que en 1997 dirigió Mark Herman. Es posible que Roberto Bueso haya tenido aquella película como buena fuente de inspiración.

Compartir el artículo

stats