La crisis del coronavirus está cambiando muchas cosas de nuestra vida cotidiana. Ya hemos modificado conductas, como lavarnos las manos repetidamente o el distanciamiento social, pero muchas otras tendrían que ser reforzadas. Un buen reciclaje debería ser uno de los hábitos a tener en cuenta y, además, el planeta lo necesita más que nunca. De momento, es necesario separar tanto las mascarillas como los guantes del resto de la basura y, por supuesto, desecharlo en el contenedor gris, el de restos.

La mayoría de las personas en el mundo intentan salir lo mínimo a la calle. Las mascarillas, el gel antiséptico y los guantes se han convertido en la imagen icónica de la crisis del COVID-19 pero, ¿alguna vez os habéis preguntado dónde van a parar después de su uso?

En las últimas semanas, muchos operarios de limpieza y vecinos han advertido en las redes sociales que están encontrando guantes y mascarillas usados tirados por la calle. Este es un acto incívico que ayuda a la propagación del virus. Estos artilugios tirados en cunetas, carreteras o justo al lado de los contenedores demuestran que el ser humano, en muchas ocasiones, no es consciente del riesgo que genera.

El pasado mes, miembros de la organización conservacionista Oseans Asia descubrieron miles de mascarillas usadas en las playas del archipiélago de Soko, entre Hong Kong y Lantau. Las mascarillas y los artículos de un uso comparten la condición de estar fabricados con materiales que no son biodegradables, por lo que la preocupación por su impacto ambiental es muy grande.

Si buena parte de las mascarillas localizadas en Soko proceden de vertidos de Hong Kong, ¿dónde van a parar las nuestras? De repente, nos hemos encontrado con una población de más de 45 millones de personas usando una o dos mascarillas por persona al día. Sin lugar a dudas, la cantidad de basura generada es impresionante. Desechar las mascarillas y a los guantes de manera adecuada responde tanto a una urgencia sanitaria como a un compromiso ambiental.