La crisis de la COVID 19 marcará un antes y un después para mucha gente, y también para nuestra ciudad. Estamos en un momento de cambio, en el que cambian las reglas del juego y se aceleran los procesos de transformación. Una crisis que marcará el futuro de toda una generación.

Es un momento también de incertidumbre para mucha gente. Un momento en el que las dificultades económicas están agravando las situaciones de vulnerabilidad social. Después de meses de confinamiento donde la ciudadanía ha dado una respuesta cívica ejemplar ante una situación absolutamente inédita, es el momento de que los representantes públicos aparquemos la crispación política y trabajemos desde el diálogo y el acuerdo para dar una respuesta concertada desde las instituciones públicas a un escenario tan complejo como el actual.

Esto es lo que hemos hecho en el Ayuntamiento de València esta semana. Hemos aprobado un acuerdo marco para la recuperación y la reconstrucción de la ciudad en el escenario del post-COVID19. Un acuerdo amplio, apoyado por la inmensa mayoría de los grupos políticos municipales incluyendo la oposición. Un acuerdo que ha contado con las contribuciones de un amplio abanico de expertos y entidades. Un acuerdo que ha recabado el punto de vista de la gran mayoría de consejos sectoriales de la ciudad. Y que se ha nutrido del valioso conocimiento y experiencia de los funcionarios y el personal municipal.

Se trata de un acuerdo que define un marco de actuación global acompañado de un conjunto preciso de iniciativas para dar respuesta a los importantes retos que la pandemia ha generado en nuestra ciudad a nivel de: salud y sostenibilidad, reactivación económica y bienestar y derechos sociales. Un acuerdo que plasma un espíritu de unidad para trabajar conjuntamente por encima de las diferencias políticas y partidistas. Todas las partes hemos cedido, hemos renunciado a planteamientos propios y hemos aceptado propuestas de otros pensando, sobre todo, en el interés general. Y pensando, asimismo, en las víctimas del coronavirus y en sus familias. Y en todo el sufrimiento que se ha vivido en los últimos meses. Es por ellos, también, por lo que debemos empezar con firmeza y convicción la recuperación de nuestra ciudad.

Y lo hacemos tomando en consideración no sólo las respuestas imprescindibles e inmediatas sino también los escenarios que se abren para el modelo de ciudad que queremos. La crisis ha generado amenazas importantes pero también algunas oportunidades para dirigir cuestiones fundamentales para nuestra ciudad que no podemos desaprovechar.

La primera es la necesidad de incorporar la perspectiva de la resiliencia en las políticas urbanas, o, dicho de otro modo, cómo preparamos la ciudad para hacer frente a la adversidad. La segunda es la necesidad de incorporar la perspectiva de la salud en todas las políticas municipales. No se trata sólo de continuar apoyando y colaborando activamente con las autoridades sanitarias en la prevención y el control de nuevos focos epidemiológicos. Esta crisis nos debe hacer ver que la salud debe ser un tema estratégico que atraviese todas las áreas de gobierno y que se vertebre por todo el territorio de la ciudad. La noción de ciudad saludable debe ser la idea fuerza de un modelo de ciudad que ponga en el centro los determinantes clave de la salud de las personas: aire limpio, alimentación, naturaleza urbana, entornos amables para las personas mayores y los niños y niñas, relaciones sociales, movilidad activa...

La tercera es la certeza y la convicción de que la reactivación económica se hará atendiendo a criterios de equidad social. Como viene siendo habitual, la crisis está impactando de manera desigual a las personas. Por ello, desde la acción pública local debemos impulsar iniciativas concretas para apoyar aquellos ámbitos económicos que más están sufriendo los impactos de la pandemia (pequeña y mediana empresa, comercio local, autónomos, sectores culturales, restauración, turismo...) al tiempo que protegemos a los sectores sociales más vulnerables a través de una acción concertada entre los servicios sociales municipales y el tercer sector de la ciudad. En las circunstancias actuales, hay que poner énfasis en la cuestión de la vivienda y revisar el modelo de residencias para personas mayores.

Con este marco para una acción pública decidida y concertada, estoy seguro de que superaremos conjuntamente los retos derivados del escenario post-COVID19. El desafío consiste en no dejar a nadie atrás al tiempo que avanzamos hacia un modelo de ciudad ineludiblemente saludable y sostenible. El desafio supone trabajar para un modelo de ciudad que además de dar respuesta a la crisis actual nos coloque en la dirección de una ciudad solidaria, moderna, respectuosa del medio ambiente y resiliente frente a la crisis climàtica que se avecina.