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Esmeralda Marugán

Señora Justicia, ¿usted jura, o promete?

Carezco de conocimientos, y de argumentos jurídicos, para dudar de la Audiencia Nacional sobre la sentencia que absuelve al exministro Rato, y a los otros acusados por la salida a bolsa de Bankia. Y aún menos de la condena de inhabilitación al hoy ex Molt. Honorable President de La Generalitat de Cataluña señor Torra.

Ni puedo imaginar las cuentas (bancarias) de ambos, sin pasar a compararlas con la de los ciudadanos y ciudadanas que hoy estamos sin presente, y sin futuro, mientras que todos los exgobernantes, incluidos los de la sangre azul, tienen garantizada su buena vida y la de los suyos.

Después de haber visto la última versión de Pinocho, del director Matteo Garrone, espero que la realidad no supere la ficción, y el personaje del juez-primate, no se parezca al jurídico-humano.

Los delitos sociales no son poca cosa. Tengo personas cercanas que se dejaron la piel trabajando en la antigua Caja de Madrid, que sigue siendo la mía (pese a sus socios), y hoy pasan verdaderos apuros económicos, aunque los responsables sean "no culpables".

Y en cuestión de banderas me quedo con la letra de la canción de Víctor Manuel, "Mi patria, mi bandera, mi segunda piel, el lugar donde quiero volver".

No negaré que hay sitios en los que me es más fácil reconciliarme conmigo misma que otros, aunque les cueste comprenderlo a los cercanos. Mis mejores momentos tienen las huellas en los firmes bituminosos, y su contaminación es mi oxígeno, pero eso no me hace entender las guerras de territorios, y la existencia de fronteras.

Son otras mis batallas, y sinceramente considero que deberían de ser las urgentes a solucionar, aunque solo sea por quienes fuimos, son y serán "LAS CRIATURAS", como las denomina la Doctora en psicología Sonia Vaccaro (de quien tengo tanto que aprender).

Sí, me sobrepasa, me duele e indigna, la rebaja de la condena al profesor pederasta del colegio Gaztelueta, de 11 a 2 años, es decir no entra en prisión, aunque se han demostrado los abusos sexuales a su alumno.

La presunción de inocencia de un adulto no puede estar por encima de las evidencias de agresiones sexuales y malos tratos que sufren los y las menores, por muy padre, padrastro o patrón que sea.

De igual manera parece incomprensible la sentencia de la juez del Juzgado de Instrucción número 1 sobre Violencia sobre La Mujer en Torrent que obliga a un niño, de 6 años, a visitar a su progenitor, que está en la cárcel de Teruel, cumpliendo una condena de 7 años y medio por violencia de género contra su madre, habiendo sido probados los hechos, e incluso, llegó a darle patadas al vientre de la mujer durante el embarazo.

¿Es que su señoría ignora ¨El Convenio de Estambul¨? Conviene recordar que la suspensión de visitas con "el maltratador" debe de ser inmediata, y que los hijos y las hijas de madres que han sufrido el terrorismo machista son igualmente víctimas de violencia de género.

¿Pero, es ella, su señoría, la única juez que lo ignora, o son excepciones quienes lo cumplen?

De nuevo acudo a la señora Vaccaro, y a la “violencia vicaria”, y pregunto, sonrojada de vergüenza ajena, por una Ley del Menor en la que se ha permitido colar la figura del Coordinador Parental, y donde no han prohibido el uso del falso SAP (síndrome de alienación parental), ni de todos sus perversos eufemismos.

¿Es tan rentable el negocio sexual contra los menores, que prefieren silenciarlo los unos y los otros? ¿A quién beneficia esta tortura a las criaturas y a sus familias? No puedo creer que todos los que obtienen "beneficios" con los psicosociales en los que se apoyan los y las juzgadoras, y también los/las fiscales, padezcan ese mal en sus entrañas.

Ese virus normalizado en nuestra justicia, es una condena a muerte a toda la infancia. Y quienes miramos para otro lado, somos cómplices, porque en esto no puede haber neutralidad. Si no estás con la víctima, te posicionas del lado del agresor.

¿Por qué no los escuchan? ¿Qué ceguera es innata al patriarcado, para que se nieguen a reconocer una de las mayores tragedias del ser humano?

Hagan la prueba, pregunten a su alrededor, y si no tiene demasiado miedo a la respuesta, pregúntense a sí mismos. Las estadísticas son aterradoras. Según publica UNICEF, 1 de cada 5 niños/niñas sufrirán algún tipo de violencia sexual antes de cumplir los 18 años, la mayoría dentro de su entorno familiar o más cercano, generalmente a manos del padre, el abuelo, padrastro, el hermano... Y les sucede a las niñas, y también a los niños.

Arrancamientos, retiradas de custodia, o compartidas con maltratadores, con pederastas, puntos de encuentro, visitas... Todo bajo la excusa del informe con sello SAP.

¿Cómo concilian el sueño quienes utilizan un síndrome inexistente, comprobado su ausencia de rigor y criterio por la comunidad científica, e invento de un pedófilo, que pretendía equiparar su perversión con menores a la homosexualidad?

Por fortuna para la humanidad, el creador de este pretendido síndrome se suicidó, y es justo ahí a donde conducen a las madres y a sus hijos/as, sus defensores, o los que sutilmente cambian el término, pero lo aplican en nuestros juzgados de familia.

Sus informes son los ojos de los hechos que no se ven en las audiencias, siendo éstos un genocidio que no queremos evitar. ¿Por qué?

Esta sociedad patriarcal, que respira machismo por los cuatro costados, se tapa los ojos, y la nariz, cuando se trata de servir en bandeja a los niños, ya sea en redes de extendido alcance, o la del padre canalla, que además de ejercer su poder contra madre e hijos/as, se enriquece, en incontables ocasiones, por la pornografía infantil, que tan alegremente circula por internet, y que a veces, solo a veces, son detectadas por la Guardia Civil y por la policía.

En estos casos sí pido la prisión permanente revisable, aunque vaya en contra de mis principios.

Esos mismos que intento renovar, como votos de conciencia, cada vez que asumo la responsabilidad de mi oficio de periodista. Por ello me cuesta entender que se haga un linchamiento contra María Sevilla, y me quedo con las palabras de su abogado, Vicente Tovar: "María, solo tiene un delito. El de haber protegido a su hijo, y evitarle los abusos, que ahora ha vuelto a sufrir".

Treinta y tres informes médicos lo confirman.

Señora Justicia, usted ¿Jura o Promete?

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