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fco javier amerigo

Educar en el pensamiento crítico

Si no fuera porque me perdono mucho, que a mi edad uno descubra películas como la que acabo de ver, me haría pensar en qué oscuro agujero cinematográfico he estado metido durante tantos años. Y, encima, de uno de mis actores preferidos, el de la sonrisa inmaculada que, en esta ocasión, por cierto, ni la amaga: Burt Lancaster, ¡claro! Estoy hablando de “Chantaje en Broadway” (Sweet Smell of Success, 1957), dirigida por un sembrado Alexander Mackendrick en el que es su mejor trabajo, y coprotagonizada por Tony Curtis, Susan Harrison y Martin Milner.

Con una historia de amor de fondo a modo de parábola, la historia es el reflejo de una prensa seducida y corrompida por el poder en una sociedad vacía dispuesta a creer cualquier mentira. Una sociedad llena de personajes sin escrúpulos capaces de rebajarse hasta revolcarse en el lodo y de destruir la dignidad de quien se interponga en su camino. Y si alguien todavía cree que la violencia necesita de sangre y ruido para existir, que se encare con el poderoso y prepotente columnista J.J. Hunsecker y el servil y ambicioso agente de prensa Sidney Falco.

Blanco y negro evocador e inquietante, de sombras que invaden o sugieren y luces que huyen o acentúan. Una fotografía sobresaliente de planos concisos, precisos y potentes a medio camino entre el expresionismo y el realismo subjetivo. Unos diálogos inteligentes y sobrios, corrosivos y envolventes, hilvanados a la perfección en un guion sin fisuras, riguroso, creativo que ora muestra, ora crea elipsis que juegan con lo que queda fuera de plano. Unas interpretaciones soberbias cruelmente creíbles y una música de contrapunto donde el jazz revela toda su fuerza expresiva, con una presencia milimétricamente dispuesta al servicio de la trama y de la imagen.

 

A todo esto, cuando la idea es transmitida y compartida desde el poder de los medios por varias personas, se convierte en la ideología que impera y se hace real, el llamado sesgo de falso consenso, tenga sentido o no. Si estas ideas cambian, la sociedad entera cambia, por eso, si se decide fomentar un estereotipo a través de los medios, tengamos por seguro que predominará en la mente de las personas por encima de cualquier otra cosa.

Por todos es sabido que la forma más eficaz para aprender una conducta es imitando lo que se ve, y principalmente los niños y las niñas, que si no se les hace razonar sobre el contenido de la información que están recibiendo, creerán que es lo correcto. Es por eso que este tema debería ser asignatura obligatoria en los centros educativos, para preparar al futuro, que son ellos y ellas, con un pensamiento crítico de la realidad.

Creemos o queremos creer, que lo que pensamos es decisión propia y que no estamos influenciados por nada ni nadie, pero lo cierto es que, hay mensajes que están bien estudiados y preparados para apelar directamente a las emociones de las personas a través de sonidos, imágenes y discursos atrayentes.

A través de todo ello se propaga conocimiento y educación, entonces, si unas cuantas personas se capacitan para canalizar todo aquello de donde recibimos información, ¿qué nos queda pensar?...

Si cada uno de nosotros ya está bien dispuesto a recibir un discurso determinado, si hemos interiorizado como nuestros los valores y los principios que benefician al poder, entonces disminuye significativamente la necesidad de convencernos sobre la veracidad de la información que nos llega. Con todo, el sistema capitalista logra así uno de sus principales objetivos: descartar la necesidad de actuar directamente sobre la población; o, en todo caso, consigue proceder de una manera menos vistosa, más económica, aparentemente más amable e higiénica, distanciada de formas de manipulación más toscas y que podrían ser mejor identificadas por parte de la sociedad. Esto coincide con las últimas tendencias históricas que han llevado al capitalismo hasta el modelo neoliberal. 

Pues sí, acabo de ver una excelente película de dramática actualidad que te hace amar el cine y detestar este modelo de sociedad.

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