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Josep Maria Pou

Mi ritmo cardíaco

Pues ya está, el futuro ya está acotado y el horizonte se llama 9 de mayo. Ya respiro tranquilo. En una semana en la que mi ritmo cardíaco ha sido de montaña rusa, saber que el sufrimiento por venir no va a ir más allá de seis meses ayuda a estabilizarlo. Pueden darse, de aquí a entonces, pequeñas arritmias, nada descartables, pero entiendo que, si nos cuidamos, podemos evitar el infarto y salir con bien de esa segunda ola tan prepotente. 

El por qué se ha escogido ese día en concreto, me resulta un misterio. Entiendo que la fecha tiene calidad de chicle que estira o encoge al ritmo de la estadística, pero, puestos a elegir, día más, día menos, ¿por qué no ese ‘13 de mayo’ que da título a una de las mejores coplas del repertorio? Y más, atendiendo a lo que dice la letra: «Haré lo que se te antoje,/ lo que mande tu capricho,/ que es mi corazón cometa/ y en tu mano está el ovillo». Toda una declaración de intenciones que, cantada a coro por la ciudadanía, vendría a ser un clarísimo propósito de enmienda.

Aunque también -¡cuidado: peligro!-, un agacharse sumiso, una entrega incondicional (que cada cual elija aquí al dueño del ovillo: ¿Sánchez?, ¿Illa?, ¿Fernando Simón? ¿el comité de expertos, de filiación desconocida?) nada aconsejable y en absoluto deseable. Atentos, pues, de ahora en adelante, de octubre a mayo, al vuelo de la cometa, al manejo del ovillo y a las decisiones que penden de su hilo.

Dije antes que mi latido cardíaco ha sufrido altibajos esta semana. Se pasó de revoluciones, indignado, con la intervención (vulgar, ofensiva, impropia del juego político) de una senadora del PP y sus preguntas a la ministra Montero. Para evitar males mayores, me prohibí atender al discurso de la extrema derecha en el debate de la moción de censura.

Con prevención, con mucha prevención, me asomé al discurso de Casado. Fue solo ‘a posteriori’, en la repesca de los informativos, cuando vi las intervenciones de Aitor Esteban y Joan Baldoví, que mi corazón se estabilizó y me preguntó: ¿por qué ninguno de los dos es, ya, presidente del Gobierno? ¿Por qué no están, ni siquiera, en el Consejo de Ministros? Con políticos así, otro gallo cantaría.

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