Hace exactamente un año, los españoles acudían a las urnas para decidir el rumbo que tomaría nuestro país durante los próximos cuatro años. En aquella jornada electoral nadie podía imaginar los retos que el 2020 pondría en nuestro camino, pero sí decidimos con cada papeleta introducida en las urnas la brújula de valores que debía guiar a nuestro país en esta nueva legislatura. Los españoles dijeron alto y claro que la lucha contra la desigualdad, el fomento de la justicia social y el fortalecimiento de nuestro estado de bienestar eran las bases de este nuevo tiempo.
La pandemia irrumpió cuando el Gobierno apenas había comenzado a andar y todos vimos como nuestros planes cambiaron de la noche a la mañana. La lucha contra el virus se convirtió en la prioridad. En apenas unas semanas, el Gobierno aprobó un estado de alarma que salvó vidas y construyó el mayor escudo social de la historia para hacer frente a las consecuencias económicas de la pandemia.
Hoy trabajamos para aprobar los PGE con el mayor gasto social de nuestra democracia. Unos presupuestos que nos hacen mirar con esperanza al futuro apostando por los servicios públicos, la transición ecológica, la cohesión social y territorial y la igualdad de género.
Si algo hemos aprendido en este año difícil es que las circunstancias siempre pueden cambiar, pero no lo hacen ni lo harán nuestras convicciones. La pandemia pasará. Lo que venga después sólo depende de lo que nosotros decidamos, queramos y podamos hacer. El mensaje que los españoles enviaron aquel 10 de noviembre tiene hoy más fuerza que nunca: no dejar a nadie atrás.
