Tras no poco trabajo ya tenemos un acuerdo para los presupuestos de la Generalitat y para los Presupuestos Generales del Estado. Son, sin matices, los presupuestos más progresistas de la historia de nuestra democracia. Presupuestos expansivos, sociales, acordes a la situación de emergencia que vive el país como resultado de la pandemia en la que estamos envueltos. Integran a raíz de una propuesta de reforma fiscal de Unides Podem una subida de impuestos a los grandes patrimonios y contemplan una inversión del Estado en el País Valenciano proporcional a nuestra población en vez de muy por debajo de ésta, tal y como era habitual antes de la llegada de Unidas Podemos al Gobierno de España.

Estos presupuestos, junto con los fondos europeos de recuperación, si tienen continuidad en los próximos años, hasta final de legislatura y más allá, tienen la capacidad de cambiar el país tanto en lo que respecta a una distribución más justa de la riqueza como a un cambio del modelo económico y territorial. Entre otras cosas, la estrategia pasa por: redistribución de la riqueza, reindustrialización, transición ecológica, descentralización política y económica -empezando por un sistema de financiación autonómico justo-, profundización democrática en elementos estructurales como la judicatura…

Para que todo esto sea posible será necesario que los gobiernos de coalición progresista se mantengan en el tiempo y no sean sustituidos o adulterados con la entrada de partidos del bloque de las derechas que ni de lejos asumen esos objetivos pues representan el inmovilismo unos y la involución los otros. Así pues, el Gobierno del Botànic debe mantener el rumbo sin permitir que cantos de sirena, en la dirección de ampliar su base mediante la entrada o la colaboración externa de partidos de la derecha, consiga debilitar su agenda y agrietar el gobierno. 

Mucho se está hablando estos días de las diferencias y tensiones en el gobierno de coalición. Hay que normalizar la visibilización pública de éstas ya que los diferentes partidos parten de posiciones distintas. Lo importante son los resultados, que están demostrando ser buenos y útiles para la vida de la gente: si se han conseguido medidas en materia de desahucios, o de regulación del mercado de los alquileres en el Estado o una reforma fiscal progresiva para que paguen un poco más los más ricos en la Comunitat Valenciana, ha sido tras negociaciones entre las diferentes posiciones. Ahora bien, mostrar las tensiones y diferencias resulta útil sólo si éstas giran en torno a los problemas reales de la gente, en torno a proyectos que de verdad importan. Discutir públicamente sobre los desahucios o sobre el precio de los alquileres tiene interés. Pero cuando la discusión política acaba en batallas personales, entonces se desconectan de los problemas reales. Y, lamentablemente, a veces se han enfocado así las discrepancias en el Botànic.

Bajo este enfoque, para Podem es de vital importancia la mesa de partidos del Botànic. Es esencial, por una parte porque debe permitir tratar asuntos con una mayor profundidad que la que los tiempos acotados le permiten al Consell; por otra parte porque está despojada de la institucionalidad, elemento tan necesario como perjudicial cuando es excesivo pues propicia desconexión con la calle, con la gente y con sus aspiraciones y necesidades. Mantenemos la ‘lealtad botánica’ firme, los acuerdos están para cumplirse y el acuerdo de gobierno del Botànic es nuestra línea roja. Por esa misma razón, y porque es mucho lo que está en juego para la inmensa mayoría de la gente, seremos los máximos garantes de la unidad del Botànic.

Llegamos a esta oportunidad, la de cambiar las bases materiales de nuestro país haciéndolo más justo y democrático, tras décadas de neoliberalismo y corrupción. No debemos olvidar ni esa época negra ni a quienes se enriquecieron con ella a costa de la dignidad y el sufrimiento de un pueblo. Pero no se trata tan solo de gestionar mejor la Administración y no corromperla, se trata de utilizarla para mejorar la vida de la mayoría mediante un cambio. Para ello es necesario trazar estrategias de largo alcance, profundas en lo social y económico. Nuestro deber como gobierno es poner las instituciones al servicio del pueblo. Y en ese deber es imprescindible el empuje de la gente y de la sociedad civil. Ni Unides Podem ni todo el Gobierno del Botànic será capaz de romper con las dinámicas del pasado sin la participación de la gente en clave de apoyo y exigencia. Con la gente lo conseguiremos todo, desde lo más sencillo como son unos presupuestos, hasta lo más complejo como es abrir la perspectiva de la merecida república a la que aspiramos la mayoría social.