Vuelve Amin Maalouf, con “Nuestros inesperados hermanos”, a señalar una etapa geopolítica, tras el naufragio de las civilizaciones anteriores, que transita hacia un periodo del que no tenemos elementos claros de referencia, ante lo cual se inclina por un discurso aglutinador en torno a derechos de ciudadanía, más que de identidad, como nueva forma de pertenencia.

Sobre el tema de la identidad, Jon Juaristi, realizó, hace unos años, una aproximación al tema vasco con la publicación de, “El bucle melancólico”. Quizás también, en el caso valenciano, corresponda hoy desenredar el bucle al que, en el pasado, trataron de acercarse desde Fuster, hace ya casi 60 años, “Nosaltres els valencians”; Josep Vicent Marqués, “País perplex”; Joan Francesc Mira, “Crítica de la nació pura”; Eduard Mira i Damià Mollà, “De impura natione”; Joaquín Azagra y Joan Romero, “País complex”, y, reciente, entre otros, Javier Paniagua, “La cultura valenciana como reflejo de una sociedad escindida”, en, “Nosotros los socialistas valencianos”.

En el tema de la lengua, por ejemplo, continúa pendiente, un acuerdo definitivo que supere las posturas distantes, tras la puesta en funcionamiento, de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, y su, “Diccionari normatiu valencià”. Sanchis Guarner, hace ya tiempo, se manifestó en favor del policentrismo normativo convergente, como el padre Lluis Fullana lo hizo respecto a la necesidad de dar pasos hacia la unidad normativa de la lengua, y ambos, junto a otros de los firmantes, en favor de las Normas Ortográficas de Castelló, 1932. En esa línea, Nicolau Primitiu, sugirió la denominación conciliadora, “bacavesa”, de conformidad con lo apuntado en el, “Diccionari català, valencià, balear”, de Alcover-Moll. Pero la cuestión llega hasta nuestros días, y alcanza a la publicación reciente de, “Valencià i català: noms i acadèmics per a una llengua”, en la que Abelard Saragossà, con prólogo de Josep Palomero, trata de avanzar, de nuevo, en el tema de la lengua.

Se trata de superar las diferencias para llegar al “despertar valencià”, al que se refería Victor Maceda, mediante una verdadera aceptación de la cultura del pacto, y no sólo sobre la lengua, sino también ante cualquier otra cuestión que pudiera plantearse partiendo de un sentimiento de pertenencia ciudadana. El president Puig, en su reciente visita a Barcelona, vino a dar una muestra de su voluntad para resolver el bucle, tanto en lo político como en lo social, planteando un esfuerzo multidireccional, en el marco de una concepción estatal que contemple las justas reivindicaciones valencianas.