Parece una aberración que en plena tercera ola de la pandemia se obligue a los estudiantes de los centros educativos e institutos a asistir a clase. Lo que en estos momentos estamos viviendo no tiene nada que ver con lo que vivieron las instituciones educativas en el mes de septiembre de 2020. Ahora, la tasa de contagios es mayor, la nueva cepa del virus que es más contagiosa y, si a esto le unimos los brotes que habrá después de unas semanas tras la Navidad esto puede ser una catástrofe. Todo ello unido a la ola de frio y nieve que está irrumpiendo en la Comunidad Valenciana y que, además, los centros para respetar las medidas de seguridad del Covid-19, han de tener ventanas y puertas abiertas dado que la ventilación es imprescindible, etc. ¿En dónde radica el sentido común de nuestros políticos? ¿Por qué no miran a su alrededor y ven cómo otros países como Alemania, Reino Unido, etc. ya han cerrado los colegios?

Estoy de acuerdo con las declaraciones de los representantes de la Conselleria de Educación de la Generalidad Valenciana de que la educación es sumamente importante, no me lo van a decir a mí que soy profesora titular de universidad en el área de Educación en la Universitat de València. Pero la salud ha de primar en estos momentos más que ninguna otra cuestión. Existe una incoherencia radical. ¿No se permiten reuniones de más de seis personas y en los centros educativos de cuántas personas son las reuniones en las clases?

Con los recursos tecnológicos que la Conselleria puso en marcha desde marzo del 2020 es una lástima que, por seguridad de nuestros estudiantes, no se continúe con dicha previsión hasta que la pandemia más o menos se normalice ahora que tenemos la esperanza de la vacuna, que ha comenzado su andadura de forma muy ralentizada. Es por ello que, solicitaría a nuestros políticos que repensaran las medidas tomadas en aras al sentido común y pensando sólo en la seguridad, salud y bienestar no sólo de todos nuestros estudiantes sino también de sus respectivas familias.