El pasado jueves, la asamblea general de la Interprofesional Española de la Naranja y la Mandarina (Intercitrus) me eligió como su nueva presidenta. Se cumplió así con los Estatutos, que obligan a que tal responsabilidad sea rotatoria entre sus miembros, por una campaña y a cargo del candidato que designe el colegio al que le corresponda de entre los seis que componen esta organización interprofesional. Me toca asumir, pues, porque así lo han querido también los empresarios del Comité de Gestión (CGC) y aceptado los miembros de la interprofesional, la máxima representación de sendas entidades. Reactivamos, sólo formalmente y con grandes dosis de voluntarismo, esta interprofesional en enero de 2018. Con la presidencia de Manuel Arrufat (Organizaciones de Productores afines al CGC) en la temporada siguiente, salimos del letargo en el que se la dejó durante más de una década y se trabajó con intensidad para poner orden administrativo en una entidad en la que nadie quiso mover un papel durante los cuatro años previos. En la campaña 2019/2020, con Enrique Bellés y las cooperativas agroalimentarias al frente, comenzó a pergeñarse un plan de viabilidad, una ruta a seguir. En esta última etapa, la de Ramón Espinosa y ASAJA, además, se han dado pasos para definir una infraestructura mínima desde la que poder operar: gracias a la ayuda de la conselleria, disponemos de una sede y de una directora. Es el momento, de manera inexcusable, de comenzar a andar. El camino ya iniciado debe pasar, de un lado, por un mayor compromiso material y personal de las organizaciones miembros, por trabajar en concretar lo que sabemos que nos une –que son la gran mayoría de temas- y por debatir y tratar de buscar consensos en lo que nos separa, después. Reitero que son muy pocas las cosas las que nos distancian, muchas y muy importantes las que nos acercan. De ahí que sea tan necesaria la altura de miras que debemos exigirnos en este momento para saber aprovechar la cohesión y la fuerza que nos da Intercitrus. Un empuje que –todos sabemos- ninguna de nuestras organizaciones puede ejercer por separado. Para comenzar a construir la unidad, debemos hacer de la defensa de la sanidad vegetal de nuestras plantaciones, de la exigencia de aplicar el principio de reciprocidad y de la denuncia sobre la pérdida de competitividad, nuestras primeras prioridades. Sólo de esta manera lograremos alzar la voz con eficacia ante todas las Administraciones implicadas.