El Instituto Nacional de Estadística sitúa en el tramo de 25 a 29 años la edad media de la incorporación al mercado laboral. Hoy la pandemia ha dejado a 600.000 jóvenes valencianos, menores de treinta años, sin posibilidad de independizarse de sus padres al carecer de ingresos, y el panorama no es muy diferente en el resto del país.

La reforma de las pensiones aprobada por el Gobierno este verano debería haber tenido en cuenta esta realidad sociolaboral, por eso ha sorprendido a más de uno que haya fijado la edad de jubilación en los 67 años y establezca la cotización en los 38 años y medio. Para cumplir con estos requisitos, la mayoría de nuestros jóvenes deberían haber empezado ya su vida laboral y continuarla sin interrupción posible. Sólo así podrían ajustarse a las exigencias del Gobierno. Por tanto, para nuestros jóvenes no existe -al menos teóricamente- la posibilidad de acabar en el paro por una crisis ni por una pandemia como la que aún padecemos.

No sería justo olvidarnos de que la mitad de la destrucción de empleo en la pasada crisis económica correspondió a menores de treinta y cinco años, que del 2007 al 2010, 200.000 jóvenes salieron de nuestro país para evitar el paro, miles de ellos eran valencianos. El año pasado, en plena pandemia, miles de jóvenes siguieron marchando fuera de nuestra tierra en busca de un futuro laboral. Triste realidad que requiere posibilitar opciones de recambio generacional para asegurar jubilaciones con los nuevos requisitos.

Llama la atención que entre quienes han decidido alargar la edad mínima de jubilación están los mismos que se oponían a alargar la vida laboral de los mayores para facilitar así el acceso de los más jóvenes a un empleo. Si otro gobierno se hubiera atrevido a plantear una reforma semejante, seguramente aún habría manifestaciones y caceroladas en las calles. Bueno, no hay por qué sorprenderse: tampoco las hay por ese histórico encarecimiento del recibo de la luz que obliga hoy a muchas familias a enchufar por la noche el horno, la lavadora o la plancha.

Tener que esperar a rozar los 70 años para poder obtener la jubilación tras una vida de trabajo es una medida muy discutible, aun cuando la esperanza de vida haya aumentado en los últimos tiempos. También lo es el negar el trabajo a aquellas personas que con esa edad optan por seguir activas. Jubilación viene del latín «iubilare», que significa alegrarse, gozar. Pero cada vez hay menos motivos para celebrarla. La jubilación nos la están poniendo un poco más amarga.