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Martí

Valencianeando

Joan Carles Martí

Quedan 19 meses de aguantarnos

Entre los concejales ‘rialteros’ ya se ha abierto su particular ‘juego del calamar’ para ver quién sigue en mayo de 2023

Valencianeando

Asistentes el viernes por la noche a la primera velada del festival de La Marina, el primero sin restricciones.

El descontento vecinal aumenta por barrios. Como confirma el consultor demoscópico de cabecera de los ‘rialteros’, María José Català solo tiene que sentarse en Santa Catalina con una horchata granizada. Esa encuesta que conocen bien resalta tantas verdades que ha puesto de los nervios a los ediles de gobierno. Unos porque saben que Joan Ribó es el único valor electoral de Compromís y los otros porque deben cambiar su cabeza de cartel. Los socialistas ya han abierto su particular ‘juego del calamar’ -la Generalitat va en la decisión-, y solo se prevén heridas leves. Pesa la responsabilidad. En cambio en la coalición de la sonrisa reina la tristeza entre los que quieren cambiar el fraudulento proceso de primarias, donde se prima el activismo antes que la ideología, y los que saben que solo repetirán el sueldo público mientras continue burbuja digital. Así que los próximos 19 meses que quedan hasta el último domingo de mayo de 2023 no se van a hacer eternos, lo siguiente.

Siguen de ‘comboi’.

Esa parálisis electoral-administrativa con deriva crónica provocará efectos secundarios que no recogen ni los sondeos más auténticos, así que mientras se confirman los desconsuelos personales, el vecindario adquirirá más protagonismo en contra de los responsables municipales, poniendo en duda esa tendencia que han pronosticado los ideólogos del ‘comboi’, que basan su programa de gobierno en ‘bicis, falles i rock&roll’. Pero València es una ciudad donde la base siempre decide la altura, no al revés. Nunca funcionaron las dosis de moralidad impuestas y todavía mantiene ese espíritu libertario donde el gobernante es el mal necesario. Antes del populismo actual, los mejores alcaldes metropolitanos descubrieron que la calle era mejor barómetro que el despacho, que ir andando al ayuntamiento más efectivo que en coche oficial, y que los vecinos se implican cuando hablan con el primer edil. Incluso algunos de ellos llevan una libreta donde apuntan las quejas, los servicios deficientes, las brigadas de obras que no llegan e incluso las ideas para mejorar la convivencia.

Pues eso.

Si el espíritu ‘rialtero’ no estuviera tan decaído, veríamos como sus concejales y asesores varios bajaban al asfalto y empezaban a detectar los problemas de verdad, no los que ellos suponen, y además a empatizar con los ciudadanos, en vez de reñirlos. Pero va a ser que no. Como ejemplo la asistencia de mayoría de concejales ‘compromiseros’ el viernes contra la ampliación del Puerto, cuando ostentan la alcaldía, la vicepresidencia del Consell, de la Diputació y forman parte, junto con Podemos, de la mayoría parlamentaria que sustenta a Sánchez. Como me dijo ayer un dirigente de Compromís: «todavía nos creemos que estamos en la oposición».

Poca ecología urbana.

Alguien de la concejalía que se ocupa de la limpieza viaria debería tener un calendario de los partidos de fútbol, tanto en Mestalla como Orriols, ahora que ha vuelto la afición, porque en esos días queda confirmado que la cantidad de papeleras en los alrededores es muy insuficiente.

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