Como cada 8 de marzo, los liberales celebramos los avances que, entre todos, hemos logrado en materia de igualdad entre hombres y mujeres, y renovamos nuestro compromiso de seguir trabajando contra la discriminación, para cerrar brechas salariales y erradicar la gran lacra de la violencia machista. Como mujer trabajadora, liberal, madre de un niño, hija y esposa, parecería lo normal. Y lo es, pero el feminismo que reivindicamos desde Ciudadanos no es menos ajeno a hombres, maridos, padres de niñas, hijos o abuelos.

El leitmotiv de nuestro proyecto siempre ha sido la unión, libertad e igualdad entre españoles, con independencia de su origen, raza, religión u orientación sexual. Ciudadanos nació para luchar contra la discriminación de los castellanohablantes en Cataluña y, desde entonces, hemos hecho nuestra la causa de los constitucionalistas allí donde se ven amenazados por el rodillo nacionalista, la causa de las personas LGTBI que tienen el sueño de formar una familia y necesitan recurrir a la gestación subrogada para ello, y, por supuesto, la causa de la igualdad entre mujeres y hombres. Porque es de justicia, y también de sentido común.

Por eso, como cada año, los liberales preferimos presentar logros antes que exhibir pancartas. Ciudadanos fue el partido que consiguió por primera vez en décadas ampliar el permiso de paternidad, para que los hombres pudieran disfrutar y cuidar más a sus bebés, y no tuviera que recaer todo sobre nosotras. Cada día, trabajamos muy duro para hacer la vida más fácil a las mujeres: educación gratuita de 0-3 años que garantice la conciliación, propuestas para erradicar la brecha salarial, evitar discriminaciones cuando las mujeres se reincorporan a su puesto tras ser madres, tarifa plana de autónomos durante dos años para las emprendedoras del mundo rural... Y qué decir de la lucha contra la violencia machista, donde Ciudadanos, con el espíritu de unión que nos hace herederos de Adolfo Suárez, propuso el Pacto de Estado entre todas las fuerzas políticas para actuar contra esta lacra.

En definitiva: hechos, no palabras; política útil, no eslóganes vacíos. Somos muy conscientes de que no puede haber libertad de verdad en una sociedad que no garantice la igualdad de oportunidades a sus ciudadanos para desarrollar el proyecto de vida que quieran.

Es la combinación de estos tres valores –unión, libertad e igualdad– la que subyace bajo nuestro feminismo liberal, de sentido común, que no expulsa a nadie por su ideología o por el mero hecho de ser hombre. En las causas justas, nunca sobra nadie, todas las manos son pocas. Sin el apoyo de los hombres, nunca lo conseguiremos. Tampoco si desterramos a quienes piensan diferente a nosotros. Nuestro feminismo es inclusivo, porque está fuertemente anclado en la libertad: para trabajar en lo que nos guste, para tener los hijos que queramos, para decir lo que nos dé la gana sin miedo a que nos llamen malas feministas. Ha llegado la hora de la libertad: las mujeres no hemos dejado de obedecer a los hombres para que ahora Irene Montero nos diga cómo vestir o pensar.