Hace unos años –no demasiados- se nos hablaba del avance hacia el Horizonte 2020 como algo muy necesario y positivo y que cualquier persona o entidad debería entender como suyo, y estar integrado plenamente en ello.

Afortunadamente se ha ido trabajando, entre otros, en campos relacionados con la investigación, la innovación y el desarrollo para facilitar la competitividad de las empresas, la mejora e implantación de la tecnología, así como en la formación necesaria y acorde con estos conceptos. También en la financiación para ello.

En lo personal, se ha continuado avanzando en la investigación tendente al mantenimiento y la mejora de la salud. Se ha tratado también de concienciar al ciudadano de la necesidad de la formación para los nuevos retos que se pudieran presentar y para asumir una cultura y costumbrismos diferentes para la preservación de todos los aspectos de carácter medioambiental, por el bien de nuestro planeta.

Pero nadie podría suponer entonces, ni tan siquiera entender ahora, cómo los acontecimientos de carácter negativo estaban agazapados a la espera de ir surgiendo como muros poco deseables que iban a interrumpir una y otra vez el camino hacia ese anhelado horizonte que nos prometíamos:

• Una inesperada y brutal pandemia a nivel mundial con una tremenda consecuencia para las vidas y la salud de muchísimas personas, pero también una incalculable repercusión económica para todo el mundo.

• Una erupción de un volcán en la isla de La Palma, también con grave impacto en lo económico.

• Unos precios descabellados de la energía, con consecuencias importantísimas para la economía doméstica e impactos fuera de toda previsión para las cuentas de resultados de las empresas.

• Una situación de tremenda escasez de materias primas, y como consecuencia, un descomunal incremento del precio de estas.

• Una catástrofe en forma de invasión sobre Ucrania con consecuencias de pérdidas de vidas de varios miles de personas y repercusiones económicas y comerciales incalculables.

• Una escalada de precios del crudo y una paridad de la moneda euro versus dólar, que reforzó y potenció aún más si cabe la situación de precios desorbitados para muchas materias primas.

• Una falta de algunos productos básicos en la alimentación.

• Un grandísimo incremento de la inflación, como consecuencia principalmente de todo lo descrito arriba.

• Y, además, en estos momentos, una incertidumbre de carácter geopolítico que podría paralizar, y de hecho así está sucediendo, algunos negocios de vital importancia.

Con todo esto así, nos encontramos viviendo en una situación no conocida por la cantidad de frentes abiertos y, por tanto, deberíamos también actuar de manera poco conocida y/o habitual. Es momento de que la innovación esté presente en nuestra cabeza, para todos y cada uno de nuestros actos personales y también empresariales.

Por ejemplo, en lo personal, a veces y cogiendo un caso muy nimio, tal vez se debería priorizar el ahorro en energía, sobre nuestra comodidad; con consecuencias positivas para la economía y también para el planeta.

En lo empresarial, y dada la situación actual, creo que hay algo que sin perder la visión cierta de que en los negocios siempre lo importante es el cliente –que por supuesto es y será siempre así-, tendremos que empezar a valorar algo de manera distinta. Y es que la importancia de un buen proveedor, dada la coyuntura actual de falta de materias primas, todo el mundo saliendo de la pandemia y por tanto con más demanda que oferta, puede ser vital para asegurar el suministro.

Solo es una reflexión sobre lo que más arriba dije: Innovación en nosotros a diario.

No se puede hacer lo mismo de siempre en tiempos tan convulsos y tan diferentes.

Este es nuestro horizonte, hoy.