REFLEXIONES

La visión hegemónica del feminismo

Blanca Blanquer

Blanca Blanquer

Una cosa es la igualdad ante la Ley que proclama la Constitución, otra que en la vida real todos tengamos la misma capacidad y hay que entender que solo podemos de ser la pieza que nos corresponde en el engranaje de la sociedad que hace progresar el mundo. Quiere ello decir que todos no servimos para lo mismo. La ministra Irene Montero adolece de la supremacía de los individualismos que es connatural a Podemos y con con su concepto hegemónico de la mujer, ha conseguido algo tan impensable como la ruptura de la unidad del feminismo y, como promotora de Leyes, generar el máximo nivel de inseguridad en la Democracia. Estaba Irene Montero en el punto de mira de las Instituciones, los partidos y la ciudadanía hasta que la ultraderecha ha desnudado impúdicamente su pensamiento; este grupo que parte del pasado y busca un futuro sin libertades bajo el imperio de su tiranía, que son incapaces de debatir el contenido de las leyes porque no les interesan, han aprovechado la oportunidad para colmarla de tales insultos y descalificaciones que han conseguido congregar en su defensa al resto de los parlamentarios, e incluso a la parte de la ciudadanía que no se identifica con sus posiciones. Una ostentación del odio externalizado amparado por la inmunidad parlamentaria a la que en algún momento habrá que poner coto.

Pasaran los efectos de esta vergüenza y volveremos a la realidad; y en esa realidad volverá a estar la ministra que cuya valentía al afrontar la promulgación de leyes que eran necesarias, en tanto no se nos ha educado o no hemos asumido el respeto ni la tolerancia hacia los demás, se ha convertido en simple atrevimiento carente de rigor generando un caos interpretativo con efectos adversos a los que se pretendía. Una persona que carece de formación jurídica, no debe juzgar a los juzgadores...; entre tanto equipo de asesoramiento alguien debió decirle que las leyes han de interpretarse conforme a su literalidad, que las penales tienen efectos retroactivos en cuanto beneficia a los condenados y que si con normas de contenido indubitado los tribunales ya se equivocan no necesitan de ninguna de tan confusa redacción que haya dado pie a que algunos delincuentes hayan reducido las condenas y otros, por la inseguridad jurídica creada, continúen el trullo . Y no son admisibles como defensa los argumentos del marido sustentados en comparaciones de curriculums, que una vez comprobados resultan ser falsas, ni la utilización del machismo como coraza defensiva porque la discrepancia está igualmente, en los hombres y las mujeres, de lo que dan buena muestra sus compañeras del banco azul. El presidente Sánchez no ha tenido otra salida que esperar a que el Tribunal Supremo unifique la doctrina. La cuestión no baladí porque cualesquiera que sea el resultado estamos en un flagrante caso de ataque a los principios que sustentan al Estado Democrático y de Derecho que es la división de poderes. Que nada menos que una Ley promovida por el Ejecutivo y aprobada por el Legislativo quede a expensas de lo que diga el Poder Judicial; o que este sea oído o se pronuncie sobre los proyectos legislativos, es una auténtica confusión en las áreas de distribución de las competencias. Desde Montesquieu y Locke entre otros autores, la División de Poderes distribuye las funciones y objetivos para que actúen como contrapeso entre las partes; de que cada uno actúe en su esfera deriva el equilibrio en las sociedades políticas, la estabilidad, y lo que Rousseau califica de ambición y vicios de los hombres.

Que hemos judicializado la política, es evidente. Que los jueces se han politizado también. Los grupos políticos no están siendo conscientes de las consecuencias de sus actos, salvo la extrema derecha que observa complacida el deterioro en tanto, como nos recordaba el profesor Villacañas, desgasta las Instituciones, las debilita hasta que minada su resistencia desaparezcan y les dejen el campo libre. Tan flagrante atentado a los pilares que sustentan el Estado Democrático y de Derecho demuestra que el presidente Sánchez no puede mantener en su Gobierno a quien continuamente provoca tensiones, a quien le obliga a sostener un pulso continuo con los Jueces y menos con la ciudadanía. Ha de pedir su relevo y, si no lo consigue, cesarla. Seguro que ella dará mucho de sí en otros menesteres.