Joan Ribó, publicidad y propaganda

Manuel Gómez Tejedor

Manuel Gómez Tejedor

La cabalgata de Reyes no contará este año con publicidad empresarial. Dice el alcalde, Joan Ribó, que no quiere que se convierta en un carrusel de anuncios cuando el protagonista ha de ser, ante todo, la ilusión de los pequeños. Me parece una decisión acertada.

Se trata de una noche mágica para los niños, una jornada en la que tienen sus sentidos a flor de piel por la llegada de sus Majestades de Oriente, un día en el que son más sensibles a los mensajes.

Esperando el autobús, hay un grupo de niños a mi lado. No deben tener más de once años. Enfrente observo a una familia con tres pequeños, uno todavía en carrito. En la marquesina, una mujer sin ropa publicita un afamado perfume, el recipiente oculta estratégicamente sus pechos. En la siguiente parada, otro cartel de distinta marca muestra a una mujer desnuda, de perfil.

No puedo dejar de plantearme el impacto que dicha publicidad sexista puede tener en los niñas y niñas que diariamente suben en esas paradas de nuestra cuestionada Empresa Municipal de Transporte, EMT, y cómo es posible que Ribó permita este tipo de anuncios en soportes públicos. Más extraño resulta determinar por qué las huestes feministas de Compromís, el partido de Ribó, no han salido en tropel denunciándolos.

En mi trayecto, contemplo la pantalla en el interior del vehículo. Me asombro cuando veo que nos invitan a brindar con bebidas de denominación de origen valenciano, y las copas no son precisamente de horchata, sino de bebidas alcohólicas. La guinda es la publicidad de lugares de ocio donde se nos asegura un ambiente exclusivo para degustar esas bebidas y disfrutar así de la Navidad.

Los anuncios no cesarán durante el viaje: ortodoncias infantiles, tiendas de complementos, congelados, películas infantiles a estrenar, espectáculos para niños, empresas de reparto y hasta un cabaret con imágenes explicitas que seguro captan los pequeños, esos mismos que Ribó desea proteger en la cabalgata.

Bajo del bus y me tropiezo con otra curiosa marquesina. Ahora el cartel, de una conocida multinacional de comida rápida, que se nutre principalmente de clientes infantiles. Por la parte posterior, una gran botella de la bebida reina entre las azucaradas. Y entonces recuerdo la vanagloria del alcalde cuando València fue nombrada capital Mundial de la Alimentación Sostenible por Naciones Unidas. Ribó llegó a nombrar a un director para el Centro Municipal de Alimentación Sostenible con un sueldo tres veces superior al salario medio de un valenciano. Quizás debiera nombrar a un director general de Publicidad, por uno más…