La vigencia del proyecto federal europeo en el 92 aniversario del Memorando de València

Domènec Ruiz Devesa

Domènec Ruiz Devesa

En mayo de 1930, el entonces ministro francés de asuntos exteriores Aristides Briand propuso a las naciones europeas un proyecto de Unión Europea, formalmente de carácter federativo, pero no exento de ambigüedad, si se tiene en cuenta afirmaciones como la siguiente: «el ‘lazo federal’ que unirá a los Estados se establecerá respetando las «soberanías nacionales’». En todo caso la propuesta de Briand abrió un primer horizonte tangible para los europeístas de la época, al pasar de ser una reclamación de círculos minoritarios de la sociedad civil, como la organización Paneuropa (cuyo comité español se crea en 1928), a una iniciativa diplomática en el seno de la Sociedad de Naciones. En consecuencia, en septiembre de 1930 se crea en esta organización, predecesora de la ONU, la «Comisión de Estudios para la Unión Europea», con la finalidad de poner en marcha, eventualmente, la idea de Briand, al que se incorpora como delegado español el Duque de Alba, entonces Ministro de Estado.

Posteriormente, y tal día como hoy de hace 92 años, el 10 de enero de 1931, Ricardo Samper, a la sazón presidente del Ateneo Mercantil de València, y el decano del Colegio de Abogados, dirigían al Ministro español un texto particularmente visionario sobre la integración europea, y que contó con el respaldo de organizaciones señeras de la sociedad civil valenciana de la época y de la actualidad, como las Cámaras de Comercio e Industria, Cámara Oficial Agrícola, Colegios Oficiales de Agentes Comerciales, Colegio de Corredores de Comercio, Federación Industrial y Patronal, Asociación de la Prensa, y Real Sociedad Económica de Amigos del País, entre otras. El Memorando de València fue por tanto una propuesta representativa de la pluralidad política, económica, y social. Prefiguraba así, en el método, el espíritu del actual Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, constituido en el exilio en 1949, y en cuyo seno participan las fuerzas políticas democráticas, los sindicatos, la patronal, y otras asociaciones, como la Unión de los Federalistas Europeos (UEF).

El documento se adelanta en muchos años a otros textos fundamentales del europeísmo como el Manifiesto de Ventotene de 1941 o la Declaración de Schuman de 1950, al afirmar que de no constituirse una «sincera cooperación económica y política europea» Europa volvería a la guerra, dado que el Tratado de Versalles no había resuelto «el difícil problema de las minorías europeas». No es por casualidad que la Declaración del 9 de mayo arranca señalando «que Francia, defensora desde hace más de veinte años de una Europa unida» (en referencia sin duda al Plan Briand), «ha tenido siempre como objetivo esencial servir a la paz. Europa no se construyó y hubo la guerra». Los autores del Memorando, con presciencia, afirmaban ya en 1931 que «la oposición a cualquiera de las dos tendencias hacia la cooperación europea en el terreno económico y en el terreno político, nos haría solidarios y responsables de los fatales conflictos armados».

La paz constituye por tanto la principal aspiración del Memorando, junto al progreso económico de Europa, de España, y del Reino de València. Sobre este segundo aspecto, el texto señala que «para España, empero, el problema tiene una importancia singular especialmente en el terreno económico» (...) «nos es preciso salvar nuestras crisis orgánicas del aceite, del vino, del arroz y prevenir la de la naranja» (...) «nuestra industria necesita (...) capacidad de consumo» (...) «establecimiento de nuevas industrias» (...) «aumentar nuestros mercados europeos, mejorar nuestro tenor de vida e importar maquinaria y productos industriales para mejorar y ampliar nuestro utillaje. Nos es preciso establecer una amplia cooperación económica con Europa».

El documento, presenta una visión más clara y determinada que la de Briand, al considerar que esta «tendencia unificadora» no puede sostenerse sobre una «cooperación económica» basada en «débiles hilos diplomáticos», en lugar de «los pilares inconmovibles de un Derecho positivo europeo», abogando en cambio, y de hecho, por una unión federal. Así, reclama establecer una «organización general política europea», que «en el terreno jurídico (...) tienda de una manera cierta y en plazo corto a ser el legislador, el ejecutor, y guardador y garantizador de las relaciones que en Europa trascienden ya de los Poderes Políticos de sus distintos Estados».

No cabe pues subestimar la importancia histórica de este Memorando, y el papel pionero de los valencianos en la construcción de una Europa unida, tal y como recordó acertadamente Joan Calabuig, Secretario Autonómico para la Unión Europea y Relaciones Externas, al momento de la apertura del Congreso de la UEF, reunido en València en julio de 2021. Cabe pues agradecer al Ateneo Mercantil de València todos los esfuerzos que viene realizando de preservación de este preciado documento histórico, así como de su promoción y divulgación. Pero hemos también de proyectar el Memorando hacia el futuro, ya que su ansia de paz y su aspiración federal en Europa no ha sido plenamente realizada.

La propia vuelta de la guerra al suelo europeo por mor de la invasión rusa de Ucrania reitera la urgencia de implementar en su conjunto la visión del Memorando, avanzando en la unificación federal de Europa, de acuerdo con las ideas del Nuevo Manifiesto de Ventotene adoptado por el Intergrupo Spinelli del Parlamento Europeo el 29 de agosto de 2022. Solamente una Europa más fuerte y unida podrá desarrollar el proyecto de la autonomía estratégica abierta con la suficiente profundidad ante un mundo globalizado e interdependiente, pero fracturado geopolíticamente, en detrimento del Derecho internacional, la paz, la seguridad, y el desarrollo.