UNA VITA DA MEDIANO

Los pequeños momentos que fueron buenos

Frio saludo entre Ancelotti y Gattuso antes del Real Madrid - Valencia CF de Supercopa

Frio saludo entre Ancelotti y Gattuso antes del Real Madrid - Valencia CF de Supercopa / EFE/Juan Carlos Cárdenas

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Uno de los momentos que esperaba del partido de anoche era el saludo entre Carlo Ancelotti y Gennaro Gattuso. Quería detenerme en los detalles. El grado con el que Carletto arquease la ceja, el mensaje en la mirada de Rino, que siempre es limpia. Me apena que la imagen de aquella amistad tan fraternal, aquellos abrazos de júbilo, con el impetuoso Gattuso desordenando el pelo y el traje del flemático Ancelotti después de un título, haya caído en un distanciamiento casi insalvable. Es imposible retroceder en el tiempo y volver a ser tan joven como en los primeros 2000, en los que el mejor Valencia y el último Milan clásico, con Albelda y Baraja, y Gattuso y Pirlo, acompañaban nuestros días de forma armoniosa. Sin embargo, aunque con los años cambiemos, y con nosotros nuestros clubes y hasta el propio fútbol, siempre permanecerá vigente la posibilidad del brindis que proponía Tony Soprano, tan amenazado como estaba ante las deslealtades. El jefe de New Jersey levantaba la copa y proclamaba: «Por los pequeños momentos que fueron buenos».

Hay un pequeño buen momento de la amistad entre Ancelotti y Gattuso que rescato, por su hilaridad y también por la lectura de presente con el Valencia. La narra el técnico madridista en su biografía. El Milan se había concentrado en Malta y antes de un entrenamiento Kakha Kaladze, defensa georgiano, pidió la palabra a Ancelotti. «Perdón, mister, pero debo decir algo importante». «Adelante, Kakha», responde Carlo. «Faltan 3 días para el cumpleaños de Gennaro Gattuso», suelta el futbolista, ante las risas tímidas de sus compañeros y el leve mosqueo de Gattuso. En la cena, Kaladze vuelve a dirigirse al grupo. «Compañeros, faltan 2 días y 14 horas para el cumpleaños de Gattuso». Más risas. En el entrenamiento del día siguiente, Kaladze vuelve a levantar la mano. «Faltan dos días para el cumpleaños de Gennaro Gattuso». Carcajadas más grandes, y ante el cachondeo creciente el técnico del Valencia iba mascullando por lo bajito insultos en calabrés. «Rino no conseguía controlarse», relata Ancelotti, cuando en la noche anterior Kaladze anunciaba que quedaban «solo tres horas para el cumpleaños de Gennaro Gattuso». En la mañana del 9 de enero, día del cumpleaños, toda la expedición rossonera espera el anuncio definitivo de Kaladze. Pero el actual alcalde de Tiflis amaneció callado. Ancelotti optó por tirarle de la lengua. «¿Kakha, por casualidad no tienes nada que decirnos?». «No mister, ¿por qué tendría que deciros algo?». «¿Seguro que no olvidas nada?». «Diría que no», confirmó Kaladze. Ancelotti miró a Gattuso por el rabillo del ojo. «Estaba cargado como una bomba, a punto de explotar». Rino acabó persiguiendo y dando alcance a Kaladze, dándole puñetazos y pateándolo ante la risa descontrolada de toda la expedición.

La cuenta atrás de aquel cumpleaños de Gattuso me viene a la cabeza con otra recta final, la del mercado de fichajes. Cada día, como Kaladze en Malta, desde los medios informativos recordamos todos los refuerzos que son necesarios y los días que faltan para el cierre de mercado. Pasan las jornadas y, sin que se haya materializado ninguna llegada, uno imagina a Gattuso cargándose poco a poco de energía. El temor es que llegados al día del deadline, nos quedemos callados como Kaladze y que todo siga igual, porque no haya pasado nada. Este equipo capaz, pese a sus limitaciones, de competir con dignidad ante el Real Madrid, necesita el refuerzo de fichajes y de un proyecto serio que enderecen su rumbo errático. Por los pequeños momentos que fueron buenos y que queremos volver a revivir.

Suscríbete para seguir leyendo