A Vuelapluma

El melón de la Libertad

El melón de la Libertad

El melón de la Libertad

Alfons Garcia

Alfons Garcia

Al menos Ciudadanos cambió ayer el paso del ‘solo sí es sí’, que parece el debate único y perpetuo en este país, en otro error de los que gobiernan, que hay días que parece que quieren ponérselo fácil a la oposición. Ciudadanos se salió ayer en la sesión de control valenciana de ese carril de sentido único para recuperar un clásico de la agenda liberal, el de la libertad educativa, que es una manera dulce y atractiva de decir que menos valenciano y más español. Este clásico de la libertad educativa lleva adherido un subtema que la nueva portavoz de Ciudadanos tampoco dejó pasar: el de la defensa de la enseñanza concertada. La libertad, en este caso, es una manera dulce y atractiva de reclamar una educación privada pagada por todos para los púberes de las clases bienestantes.

El dato que el president, Ximo Puig, aireó como respuesta (que hay ahora más aulas concertadas que en 2015) demuestra que este no ha sido un gobierno precisamente radical. Y evidencia, diría yo, un fracaso de la izquierda, porque significa que se ha mantenido o aumentado la desigualdad educativa.

Pero este es un melón que cuesta abrir. La actual educación concertada es consecuencia de una carencia histórica de colegios públicos y una transición agitada y pobre de recursos que supuso que las estrenadas autonomías tuvieran que apoyarse en centros privados (católicos, la mayoría de ellos) para garantizar la escolarización en todos sus tramos de las numerosas huestes del baby boom. La solución, muy entendible entonces, no sé si lo es tanto cuarenta años después. La situación actual debería propiciar una reflexión sobre en qué momento se frenó la creación de recursos públicos educativos que dieran cobertura a toda la población y qué parte de ese frenazo se debió a cuestiones de táctica electoral, para no soliviantar a unas crecientes clases medias que detectaron pronto que había una diferencia (social y de otro tipo) entre dejar a sus vástagos en un colegio privado financiado con dinero público y en uno enteramente público. Y así, en España, contamos con un peculiar sistema educativo triple formado por colegios privados, públicos y otros privados pero pagados por todos. Con circunstancias tan singulares como que entre estos últimos se haya incluido (hasta hace bien poco) a centros que separan por sexo.

Pero hoy, cuarenta años después, la defensa de este modelo es un asunto de libertad, que es la victoria argumental de la derecha, al haber conseguido que cuestionarlo sea un ataque a la libertad, palabra preciosa. Y así, legislar para que exista enseñanza en valenciano obligatoria como forma de preservar un idioma que se pierde es adoctrinar. En cambio, en castellano no se adoctrina, igual que no es adoctrinar cuando se segrega al alumnado por sexo o cuando el colegio es de una marcada orientación religiosa. Libertad, divino tesoro...

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