Las traiciones

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

Para aquellos a quienes no les haya llegado, escuchen: «A ver cómo alguien con recta conciencia, sabiendo que el don de la vida es inviolable, puede apoyar a un partido así». La formación señalada es el pepé de Feijóo y quien advierte que «traiciona la causa provida» es el obispo Munilla. Tanto la derecha como la izquierda no han salido de una cuando han entrado en otra. Como dirían los socorridos portavoces, estamos que lo rompemos.

El sucesor de Casado recuperó a Borja Sémper para semejante tarea con idea de dar un barniz modernito, reservarse él todo lo posible e intentar que Cuca continuase los pasos del Loco de la Colina en lo que a sus celebrados silencios se refiere. Por su parte, la nueva voz popular llevaba un tiempo haciendo con cierta resonancia un podcast de nombre «La ínsula» con Eduardo Madina y, tras romperse el invento con su fichaje, reconoció que la tarea que le aguardaba sencilla no iba a resultar anunciando que, en caso de producirse discrepancias con el jefe o acólitos, no tenía dudas en cuanto a la receta que debía emplear: «Frente al conflicto, sinceridad, puesto que con ella se acierta siempre». Qué bonitos son los podcasts para filosofar y qué dura es la realidad.

Ignoro cuánto va a durarle a Borja el tipín que exhibe y no digamos ya esas convicciones inveteradas. Con su cuidada barba de tres días declaró que el aborto «no es un derecho», la cúpula lo desmintió con el mensaje de que sí lo es porque lo ha reconocido el Constitucional y también el propio aspirante gallego a la Moncloa al subrayar que, salvo Polonia, así lo considera Europa entera. Ese Occidente que según el prelado guerrero «su rumbo está marcado por la izquierda desde hace algunas décadas y la derecha va por detrás, en la misma dirección y el freno de mano puesto» en línea con lo que acaba sugerir Abascal en el sentido de que el pepé ahora es de centro izquierda». Claro, comulga.   

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